De traje y corbata el líder del PSPV, Ximo Puig, de blanco inmaculado al estilo Pedro Sánchez, el aspirante, Rafa García, que llega a Blanqueries casi solo y con tiempo suficiente. La presencia del secretario general se hace de rogar. Entra a pocos minutos de las once para el debate oficial de las primarias del PSPV que se deciden este domingo. Puig llega con una docena de colaboradores. A pie. Vienen del Palau de la Generalitat, una imagen con mensaje. En hora y media de debate, Puig se envolverá del manto institucional y empuñará la bandera de la gestión del Botànic como su gran aval. Exhibe incluso la pluma con la que firmó el acuerdo de izquierdas que acabó con 20 años de gobiernos populares. Una imagen poderosa. No se puede separar el papel de líder del partido del de jefe del Consell, dicen sus colaboradores.

A Rafa García no le tiembla el pulso. Su semblante es tranquilo y sonríe. Se dirige continuamente a su rival orgánico como «compañero Ximo». Se expresa únicamente en castellano mientras Puig empieza en valenciano y alterna las dos lenguas. Como decorado un rojo intenso y en juego el liderazgo del principal partido de la izquierda valenciana. El cara a cara lo modera la presidenta de la Unió de Periodistes, Noa de la Torre. Sobre la defensa de la gestión del Consell que hace Puig frente a la crítica por la inacción en el PSPV con la que le rebate el alcalde de Burjassot se sustenta buena parte del debate. Hay viveza e intensidad y dialéctica en ocasiones dura en un formato con réplicas que da juego. Puig apela al Botànic y a sus políticas como solución para superar las fracturas sociales que el PP dejó en la Comunidad Valenciana y hace una encendida defensa de un partido valencianista, federalista y no sucursalista, que pueda tomar decisiones como la Entesa al Senado que vetó Pedro Sánchez.

«Pésimos resultados»

García reprocha que el PSPV obtuvo en las últimas autonómicas unos resultados electorales pésimos, que el peso de la gestión institucional lo lleva Compromís y la faceta orgánica está tan desatendida que no existe. Por eso, insiste, necesita una revitalización. Está muerto.

Sólo una revolución de la militancia para participar en la toma decisiones de forma más intensa puede reanimarlo. También reprocha a Puig que optara en las primarias federales por el modelo centralista de Susana Díaz, que considera muy cercano al PP, y que tomara unilateralmente la decisión de abandonar la ejecutiva para propiciar la caída de Pedro Sánchez el pasado octubre. «La militancia está avergonzada por lo ocurrido y no es creíble que quien no ha dado explicaciones quiera ser secretario general», le espeta el alcalde de Burjassot.

Entre medias, algún anuncio. El de Puig de que realizará cambios profundos en la futura ejecutiva del PSPV si sale reelegido secretario general. Y que pase lo que pase el domingo seguirá como presidente de la Generalitat.

También la insistencia en la reclamación de una lealtad de ida y vuelta al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, o la asunción de errores en los últimos meses que nunca concreta, pero repite como una letanía. Puig también salta de la silla cuando su rival deja caer que sí tuvo que ver en la abstención al gobierno de Rajoy. Puig responde que siempre ha estado contra el PP y que ello le ha pasado factura incluso en el ámbito familiar, en referencia a cuando era diputado provincial en Castelló y tuvo que enfrentarse a Carlos Fabra en aquella provincia.

«Nadie tiene superioridad moral»

«La superioridad moral no la tiene nadie, el gobierno de la Generalitat va bien, que no te sepa mal decirlo» le espeta Puig a su rival. Hay algún momento de tensión cuando el secretario general acusa a García de hacer demagogia con el discurso de la caída de militantes o de votos. Algo que también en Burjassot se ha producido, donde Rafa García gobierna en coalición con Compromís. Puig asegura que el partido está vivo y lo demuestra el trabajo diario que se hace en los ayuntamientos. El debate ya es historia y el domingo, los militantes decidirán el liderazgo de un PSPV que buscará después en el congreso cómo cerrar su fractura.