Sonriente, optimista y todavía sorprendido por el amplio respaldo que le brindó este viernes la militancia, Antonio Peral (Alicante, 1964), recibe a INFORMACIÓN en su despacho de la Diputación apenas unas horas después ser elegido presidente del PP en la ciudad de Alicante. Allí, rodeado por fotografías de su mujer e hijos y con una bufanda en la que exhibe con orgullo su filiación herculana, Peral desgrana los retos que deberá afrontar en los próximos meses. «Las primeras medidas que voy a poner en marcha pasan por proponer un organigrama lo más amplio posible y potenciar los distritos», asegura. Convencido de que la estructura con la que contaba el partido hasta ahora no ha sido todo lo fructífera que debería, el también jefe de Gabinete de César Sánchez en el Palacio Provincial aspira a conformar un equipo integrador y unido que permita desterrar de una vez las luchas internas que tan bien conoce el casi medio millar de ciudadanos que el viernes le votaron. «Ese equipo tiene que ser un altavoz para organizar unos grupos de trabajo que nos trasladen los aspectos importantes para cada barrio y, de esta forma, incorporar esas propuestas en el próximo programa electoral del PP», continúa.

Peral, Toño para los amigos, prefiere centrarse en el presente y no entra a elucubrar quién será el alcaldable popular en 2019. Ahora bien, pone encima de la mesa dos posibles nombres: el del portavoz del PP en la Diputación, Carlos Castillo, y el de su homólogo en el Ayuntamiento, Luis Barcala. «Creo que no va a haber guerra (por encabezar la lista del PP dentro de dos años). Ahora tenemos que preparar un proyecto importante para la ciudad y estas personas tienen una buena ocasión para demostrar su valía. Tenemos un equipazo con grandes profesionales de la gestión política. Los dos están haciendo un trabajo espectacular en la ciudad: Luis Barcala en el Ayuntamiento y Carlos Castillo en la Diputación. Son dos baluartes importantes a tener en cuenta a la hora de pensar en una candidatura al Ayuntamiento para las próximas elecciones», admite.

El nuevo presidente local del PP va incluso más allá y se deshace en elogios hacia ambos. «No me decanto por ninguno. Los dos me parecen fantásticos profesionales y están preparados, sin duda alguna, para ser buenos alcaldables. Lo demuestran día a día con los éxitos políticos. Son profesionales de gran valía», agrega.

Pero, ¿cabría la posibilidad de que él fuera el candidato para evitar así una más que probable batalla interna en vísperas de los comicios locales? No. Al menos, él se autodescarta. «Me descarto completamente porque no es esa la misión para la que me han elegido mis compañeros», zanja.

Junto al objetivo prioritario de recuperar la vara de mando en la capital en 2019, el dirigente popular se marca otros muchas aspiraciones. Una de ellas, incrementar el número de «militantes activos» del PP en la ciudad. Es decir, el de aquellas personas que pagan sus cuotas. Su elección como presidente local, precisamente, estuvo marcada por la ínfima participación que se registró en relación al número de afiliados que asegura tener el partido en la ciudad, unos 15.000. La realidad, sin embargo, es que el viernes apenas ejercieron su derecho 510 de los cerca de 1.000 militantes que sí figuraban en el censo para votar. «Esos militantes (en alusión a los 15.000) no tienen derecho a voto. Son simpatizantes del partido. El número de activos hoy en día está rondando las 1.000 personas. Por tanto, una participación de 500 personas es muy grande. Con todo, aspiro a tener al menos 1.500 militantes activos cuando lleguen las elecciones», señala.

Peral se declara «súper ilusionado con el nuevo PP», sentencia que las familias «han pasado a la historia en el partido» y aspira a convertirse en «el presidente de todos». Ahora compaginará su nuevo cargo orgánico con su papel en la Diputación, a la que llegó en 2015 tras una década y media ostentando cargos políticos de primer nivel -diputado autonómico en las Cortes, director general de Relaciones con las Cortes y Secretariado del Gobierno, y director general de Relaciones con el Estado-. De la institución provincial, por cierto, dice que lo que más le ha dolido han sido las políticas que ha impulsado el Consell para minar su autonomía. «Solo buscan la confrontación. Es triste que el Consell, con los decretos unidireccionales y en absoluto consensuados, haya actuado de forma autoritaria, antidemocrática y alejada a los postulados de la izquierda», concluye.