La batalla por el control de los socialistas valencianos se tensa minuto a minuto. A una semana de las primarias que se celebrarán el próximo domingo 16 de julio, el termómetro de la pugna entre el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y Rafa García, alcalde de Burjassot y aspirante de los «sanchistas», va subiendo de temperatura. Denuncias de insultos, acusaciones de corrupción y de favorecer al PP, códigos de buenas prácticas, escritos pidiendo neutralidad a los altos cargos, artillería de grueso calibre por las redes sociales y hasta ataques de los «sanchistas» a la estabilidad del Pacte del Botànic... Ese es el parte de guerra de las últimas horas en una contienda que aún subirá en decibelios mucho más en la última semana. Habrá dos debate cara a cara: el jefe del Consell intenta no cometer errores para consolidar su ventaja y el aspirante «sanchista» tratar de tener opciones de una remontada.

Nadie va a salir sin heridas de este proceso: o queda desautorizado el presidente de la Generalitat que, no obstante, ha ido ganando posiciones poco a poco desde que arrancó el proceso; o el nuevo líder del PSOE, Pedro Sánchez, con el valenciano José Luis Ábalos como mano derecha, pierde su primera gran batalla orgánica. Y no es lo mismo una victoria por poco margen, que dejaría abierta la puerta a una pelea en las asambleas para ganar delegados y tratar de condicionar el congreso que se celebrará a finales de mes en Elche. Que un resultado más amplio que facilitará al vencedor tener las manos libres para confeccionar una ejecutiva a su medida. Así que hay todavía muchas cosas en juego.

No era inocente el anuncio del presidente de la Generalitat en Sant Joan d'Alacant de proponer un código ético para evitar conflictos internos en las primarias que, dijo, sólo sirven «para dar munición a la derecha». Era un mensaje con destinatario. En las redes sociales, perfiles que se vinculaban con el bando «sanchista» le acusaban de corrupción, recordaban su participación en la dimisión de Pedro Sánchez durante su primer mandato y le culpaban de entregarle el gobierno a Rajoy. El jueves por la noche, representantes de ambas candidaturas tuvieron que sentarse en Blanqueries para tratar de frenar esa espiral. A media noche, partidarios del alcalde de Burjassot desvinculaban vía Twitter y Facebook al aspirante de esos ataques al jefe del Consell.

En el equipo que respalda a Ximo Puig ha sentado como un tiró las denuncias que realizó Rafa García, durante una rueda de prensa el jueves en Blanqueries, de «presiones» en la recogida de avales, una operación que en esta ocasión los afines al jefe del Consell atribuyen al «sanchismo». Pero, sobre todo, los ataques del alcalde de Burjassot al Pacte del Botànic, al que puntuó con un «aprobado» y que considera «amortizado». Rafa García lleva gran parte de su campaña marcando distancias con Compromís, socios de gobierno de Ximo Puig en un movimiento que desde el equipo del jefe del Consell consideran que pone en riesgo la estabilidad de la gestión. Es la joya de la corona de los socialistas y uno de los argumentos -la vuelta a la Generalitat dos décadas después aunque sea en coalición- que sustenta el mensaje del jefe del Consell para intentar repetir en el cargo.

Ayer mismo, precisamente, los partidarios de Rafa García recurrieron a la comisión de garantías del PSPV -encargada de velar por la limpieza del proceso- para exigir neutralidad de los altos cargos y que eviten hacer campaña a favor de Puig. Por contra, los seguidores del jefe del Consell denunciaron el trato de favor de la dirección federal del PSOE con Rafa García, que hoy contará con Odón Elorza, uno de los baluartes de Pedro Sánchez, haciendo campaña a su lado en València. «Me importa un Odón...», ironizó en redes José Manuel Orengo, uno de los hombres fuertes de Puig antes de asegurar que la decisión la toman los militantes del PSPV. Y con este ambiente: el lunes debate en la SER y el miércoles el cara a cara en Blanqueries. Más madera. Es la guerra.