Por mucho que se esfuercen en querer transmitir que la elección del secretario general de los socialistas en la Comunidad Valenciana nada tiene que ver con las primarias que hicieron vencedor a Pedro Sánchez, lo cierto es que la división en la familia del PSOE división PSOE sigue más que latente. La prueba de ello es la visita que realizaron ayer el presidente de la Generalitat y actual secretario general del PSPV, Ximo Puig, y Rafa García, el otro candidato a tomar las riendas del partido en Valencia y vinculado a Pedro Sánchez, mientras que de todos es sabido que Puig apoyó a Susana Díaz, quien perdió el apoyo de la militancia.

Los dos actos de ayer, un almuerzo en el caso de Puig y un «café tuit» con Rafa García, provocó un «déjà vu» en la familia socialista, que si no fuera por la presencia de ambos candidatos a presidir el PSPV, podría haber pasado por un acto más de las primarias a la secretaría general a nivel estatal, a juzgar por las caras que se dejaron ver en ambos actos. Al almuerzo acudieron el alcalde, Carlos González, la gran mayoría de ediles, además de la ejecutiva local, los que en su día apoyaron a Díaz. Al café, asistieron los partidarios de Pedro Sánchez, con Alejandro Soler como una de las caras visibles del acto, y quien ha sido incluido en la ejecutiva federal de Sánchez. De hecho, la organización del acto de García coincidió con una comida de militantes que integraron la plataforma local de apoyo a Pedro Sánchez, otra muestra más de que las heridas no están cerradas.

Ximo Puig, por su parte, se limitó a sacar pecho de su gestión en los dos años de gobierno del Botánico como principal aval, y defendió la necesidad de seguir impulsando las «políticas de izquierdas que garantizan la igualdad, la libertad y la fraternidad», tanto a la cabeza del partido como del gobierno del Consell. El alcalde, Carlos González, fue rotundo ala firmar que avalará a Ximo Puig, y pidió a los militantes ilicitanos que hicieran lo mismo. La última vez que el secretario general pidió el apoyo de los militantes, fue para hacer a Susana Díaz secretaria general. Entonces, los socialistas ilicitanos se desmarcaron de su ejecutiva, pero señaló que se trata de dos procesos distintos, que nada tiene que ver entre sí. Por su parte, Puig también confió en mantener el apoyo de la militancia ilicitana, una agrupación «que conozco y siempre he sentido muy cerca». El presidente siguió tirando de la gestión del Consell para avalar su figura, anunciando que mañana se aprobará la Ley de Áreas Empresariales que servirá para impulsar los polígonos industriales de la Comunidad.

Por la tarde, Rafa García se reunió con los «sanchistas» para trasladarles la necesidad de «resolver la inoperancia que existe en la organización, que ha estado abandona por la situación del gobierno autonómico». En su presentación ante la militancia ilicitana, García aseguró que se presenta para «recuperar y fortalecer el músculo orgánico del partido» y abordar en la Comunidad «el periodo de reflexión e ilusión que se ha abierto a raíz de todo lo que ha sucedido en el congreso federal». García descartó que una posible bicefalia debilite el partido y, para ello, puso de ejemplo a Compromís.