Compromís será un factor de estabilidad y de respaldo a la figura de Ximo Puig como presidente de la Generalitat en medio de la batalla socialista. Al menos así se lo ha trasladado la vicepresidenta y líder de Compromís, Mónica Oltra, al jefe del Consell, Ximo Puig, al que el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, quiere relevar de su cargo al mando de los socialistas valencianos. Después de conocerse los movimientos en Madrid para impulsar la lista alternativa del alcalde de Burjassot, Rafa García, frente a Puig, Oltra se puso en contacto con el presidente y le dejó claro que, en cualquier caso, los altos cargos continuarán desarrollando su labor con fidelidad al proyecto y los diputados de Compromís mantendrán su lealtad en las Cortes al desarrollo del Pacte del Botànic. Esa es la única condición que está encima de la mesa: respetar los términos del programa que firmaron en su día los dos partidos que conforman el Consell -socialistas y Compromís- junto a Podemos como tercera pata y socio parlamentario.

Una de las críticas que lanza desde la candidatura de los «sanchistas» es precisamente la supuesta sumisión de Puig a las decisiones del Pacte del Botànic y la falta de voz que, en su opinión, tiene el PSPV al coincidir la figura del presidente de la Generalitat con la del secretario general. No quieren gobiernos de coalición y son partidarios de una estrategia para volver a convertir al PSPV en «mayoritario». Tanto desde Compromís como desde el entorno del jefe del Consell ponen en valor, sin embargo, la complejidad del trabajo en el parlamento y en el gobierno para llegar a acuerdos. Y creen que ese escenario requiere de sintonía entre la gestión del «día a día» y la dirección política. En Compromís hay preocupación. Es evidente que el deterioro de los socialistas con la batalla por el poder les concede una autopista electoral casi sin peaje. Pero, sin embargo, consideran que también perjudica a la acción de todo el ejecutivo.

Entre los colaboradores del jefe del Consell daban por hecha la lealtad de Compromís y aseguran que, incluso, es mucho más sincera que la de dirigentes socialistas que se han apuntado a la rebelión. Cargos de Compromís han criticado en público el «ataque» de Ferraz contra Ximo Puig y lo consideran «irresponsable». Precisamente, la consellera Carmen Montón, que formó parte de la anterior ejecutiva de Pedro Sánchez, ratificó ayer su decisión de respaldar a Ximo Puig para revalidar su cargo como secretario general del PSPV y lo enmarcó en un acto de «coherencia personal y política». «Igual que quiero que Pedro Sánchez sea secretario general y sea también presidente del Gobierno, quiero que Ximo Puig sea presidente de la Generalitat y sea también el secretario del PSPV», señaló Montón, cuya relación con Rafa García, aspirante «sanchista» y alcalde de su pueblo, no es nada buena.

En esta línea, la consellera de Sanidad, que participó en la presentación de la candidatura de Ximo Puig junto a otros afines a Sánchez, añadió que el proceso federal ya se ha cerrado y «yo no he querido tener protagonismo», pero se justificó: «Después de doce años que estoy en la Comunidad Valenciana, sí creo que el proceso en el que tengo que participar es en el proceso del PSPV y por eso me he manifestado a favor de Ximo Puig como secretario general». La guerra civil que se vive en el socialismo valenciano a raíz de la decisión de Ferraz de intentar hacerse con el mando de Blanqueríes salpicó la reunión del grupo parlamentario -diputados, senadores y europarlamentarios-, a la que acudía Pedro Sánchez y el secretario de Organización, José Luis Ábalos, para realizar el nombramiento de la nueva cúpula. El veterano Ciprià Císcar, diputado por València, intervino en la reunión para cuestionarle y decirle, entre otras cosas, que la lealtad debe basarse en el «respeto». Císcar aludió a unas declaraciones del portavoz de la nueva ejecutiva , Óscar Puente, en las que éste dijo que Sánchez se iba a rodear de un «equipo de gigantes, no de pigmeos». Ciscar apuntó que en la Comunidad, más que pigmeos y gigantes, hay gigantes y cabezudos que, recordó con ironía, «son muy queridos por los niños».