Queda inaugurado el congreso del PSPV. Ya pueden empezar a sacar las navajas. Concluída la entronización de Pedro Sánchez en la clausura del congreso federal del PSOE, el socialismo valenciano camina hacia un choque de trenes de proporciones gigantescas. Uno de esos del que, difícilmente, alguien puede salir reforzado. Por eso no es, ni mucho menos, uno más de la lista. Los últimos cónclaves del partido en Madrid siempre se convertían en la antesala de la guerra por el control del PSPV. Y esta vez también se ha cumplido con la tradición. A mediodía el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, presentará su candidatura a la secretaría general del PSPV en el Jardí Botànic de València, el mismo escenario que simboliza su Consell de coalición con Compromís y Podemos. Y también lo hará, ya por la tarde, en la sede socialista de Blanqueries el alcalde de Burjassot, Rafa García, apoyado por los «sanchistas» y seguramente arropado por algún miembro de la ejecutiva federal. Habrá guerra. Y por todo lo alto.

Hoy mismo, de hecho, Rafa García -en los focos mediáticos de este fin de semana por decisión de Sánchez y Ábalos como miembro de la mesa del congreso- tiene previsto formalizar su candidatura. El acto se ha retrasado a por la tarde para que algunos los valencianos que forman parte de la ejecutiva federal -convocados a las diez de la mañana en Ferraz- puedan arropar al alcalde de Burjassot. Ximo Puig, por su parte, lo hará en el Botànic, el mismo escenario en el que hace dos años inició la andadura de su Consell. La mayoría de altos cargos de la Generalitat se han pasado este fin de semana dando su apoyo a Pedro Sánchez pero, a la vez, pidiendo respeto para la figura de Ximo Puig con mensajes a través de las redes sociales, que se han vuelto a convertir ya en un hervidero con encendidos debates entre que incluyen ataques a un lado y a otro.

La incomunicación entre ambos bandos sigue siendo casi absoluta con gestos que evidencian la distancia que les separa. Pedro Sánchez ni siquiera comunicó a Puig, por cortesía, la cuota valenciana en la ejecutiva federal, monocolor y de la confianza de Ábalos. Ayer por la mañana, antes de la clausura, sí mantuvieron una breve conversación telefónica. Fue Sánchez el que marcó el número de Puig. Pero no hablaban desde el día 24 de mayo. Quedaron, sin ningún tipo de concreción, para verse «en unos días» pero en ningún caso, llegaron a sacar a colación la grave crisis que se avecina en el PSPV con una alternativa,que obviamente cuenta con el beneplácito del líder de Ferraz. Hasta a la entrada del acto de clausura, Pedro Sánchez se pegó un rodeo par evitar saludar a Ximo Puig.

El entorno del presidente ve «irresponsable» la actitud de Ferraz. Ninguno de los dos bandos da por hecha la victoria. El escenario no es el mismo. Rafa García no cuenta con el aval unánime del «sanchismo». Manuel Mata, síndic en las Cortes, por ejemplo, se ha desmarcado. Tampoco todos los miembros de la ejecutiva federal lo comparten. Andrés Perelló, sin ir más lejos, lo considera «precipitado». Grupos que votaron a Patxi López en Alicante prefieren a Puig. Y el «sanchismo» confía en que la ola les haga ganar. «Preferimos perder por poco a que Puig nos engañen otra vez», dicen. El reino del PSPV continúa estando lejos de este mundo.