Arranca en Madrid el 39 congreso federal del PSOE. Hoy se iniciará el trámite de acreditaciones y mañana los debates,. Un cóncalve que camina en la dirección de certificar un divorcio casi absoluto entre el recién elegido secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, uno de los «barones· derrotados tras alinearse con la andaluza Susana Díaz en la batalla por el control de Ferraz y aspirante a la reelección al frente de los socialistas valenciana. A pocas horas de la apertura del congreso, Sánchez no ha tenido ni un sólo gesto con Puig, «jefe» de una de las federaciones con más peso y el segundo dirigente institucional más importante de todo el PSOE. Pero a la vez hostigado por los partidarios del nuevo líder, que cuestionan la oportunidad de que el jefe del Consell compagine su labor en la Generalitat con la dirección del PSPV. «Su etapa pasó», apuntan. Y no parece que vayan a acercar posturas durante un congreso en el que el presidente de la Generalitat se dejará ver de forma discreta a lo largo del sábado -con las sesiones ya iniciadas- y en función de la final de la liga de baloncesto con una eventual victoria del València Básket frente al Real Madrid.

La incomunicación entre ambos dirigentes es casi absoluta. Como se recordará la noche de las primarias, Puig envió un mensaje de «whattshap» a Pedro Sánchez. El nuevo secretario general del PSOE no le devolvió la llamada hasta tres días más tarde. Desde entonces no han vuelto a cruzar palabra. Sánchez está limando asperezas con grupos que se enfrentaron en las primarias e, incluso, con dirigentes que avalaron a Susana Díaz. Ayer mismo, por ejemplo, se supo que Patxi López -el tercero en discordia de las primarias- tendrá un puesto de relevancia en la nueva ejecutiva y que Guillermo Fernández Vara, presidente de Extremadura y partidario de la andaluza, será el máximo responsable del consejo federal del PSOE, el órgano que agrupa a todos los «barones» territoriales.

Pedro Sánchez no le perdona a Ximo Puig, miembro de su anterior ejecutiva, que fuera uno de los 17 firmantes de la maniobra que, al final, desembocó en su dimisión. No parece tampoco que los movimientos que se van a concretar durante el congreso socialista vayan en la dirección de rebajar la tensión. Los «sanchistas» tienen previsto rechazar las propuestas de los afines a Puig para ahormar el modelo de partido, entre ellas la vuelta a la estructura comarcal del PSPV. Y los nombres que se están barajando para la dirección son todos afines a Pedro Sánchez. Junto al confirmado José Luis Ábalos en Organización, en todas las «quinielas» figuran Andrés Perelló, Susana Ros, el ilicitano Alejandro Soler o Carmen Montón, una decisión que supondría un torpedo en la línea de flotación de Ximo Puig por la inestabilidad que podría generar dentro del propio Consell.

En cualquier caso, la estrategia de Puig es mantener un mensaje de perfil moderado y ofrecer imagen de calma. Paz en Madrid por territorios y autonomía en la Comunidad. Sin entrar en polémicas y en tono correcto, Puig avaló el nombramiento de Guillermo Fernández Vara, al frente del consejo de política federal del PSOE que hasta ahora encabezaba Susana Díaz. Después de la andaluza, Ximo Puig es el cargo socialista al frente de una autonomía con más población. «Me parece bien cualquier decisión que tome cualquier presidente, cualquier persona o militante. Me parece correcto», detalló Ximo Puig. «Lo que siempre hay que tener como visión fundamental es el interés general de los ciudadanos y del país. Es mi posición ahora y siempre», zanjó el titular del Consell sin críticas.

Y mientras eso ocurrirá en Madrid este fin de semana, en el PSPV vive en una tensa espera. Cuando se apaguen los ecos de la clausura del congreso federal socialista arrancará el proceso interno en la Comunidad. Los «sanchistas» mantienen la presión y piden a Ximo Puig que se retire de la batalla por la secretaría general del PSPV bajo amenaza de presentarle un candidato alternativo. Tomarán una decisión a la vuelta de Madrid. Los afines al presidente redoblan su apelación a evitar una guerra. «Estar a favor de Pedro Sánchez no es cuestionar a Puig», aseguran. Creen que no hay motivo para un ataque que va a desestabilizar a un partido que se juega de aquí a 2019 la opción de seguir en el Consell. Pero también saben que se exponen a un gran desgaste de consecuencias graves e impredecibles.