José Císcar, ya reelegido como presidente provincial del PP, quiere evitar que los congresos locales del partido en la provincia -fijados entre el 3 y el 7 de julio- se conviertan en un «primer round» de la batalla por las candidaturas municipales de 2019. Durante la última reunión del comité ejecutivo en el que se convocaron esas asambleas, Císcar subrayó dos cosas: la victoria en un congreso no supone de forma automática encabezar la lista a la Alcaldía; pero, sobre todo, recalcó la apuesta de la dirección provincial del PP para intentar trazar un proceso tranquilo con listas de consenso en la mayoría de las juntas de los populares en los 141 municipios alicantinos. El mensaje de Císcar era generalizado. Pero, obviamente, tenía un destinatario preferente: los militantes del PP en la ciudad de Alicante que, junto a Elche, se perfila como el principal foco de conflicto de todo este proceso.

En las bases de convocatoria de los congresos, la dirección provincial del PP ha dejado abierta la posibilidad de que se puedan cerrar listas pactadas hasta minutos antes de la votación. Eso significa que el periodo de contactos a la búsqueda de un consenso va más alla del plazo marcado entre el 10 y el 20 de junio para extenderse hasta el mismo día 7 de julio, cuando está previsto que se celebre la asamblea con los militantes que se «apunten» en la ciudad de Alicante. La inestabilidad que se pueda generar en el PP de Alicante preocupa en la cúpula provincial. ¿Por qué? Es un escaparate que tiene un notable impacto en el conjunto del territorio y además supone deteriorar la imagen del PP en una de las ciudades que, más por deméritos de la izquierda que por otra cosa, los populares están convencidos de recuperar en las elecciones locales de 2019.

Esa oferta de pacto, por tanto, está ya encima de la mesa. Y, de hecho, nadie se lanzó ayer a una batalla cuando el congreso está ya convocado. Los principales sectores confirmaron que habrá conversaciones. Císcar no se va a posicionar con nadie. Considera que no es el momento de una guerra entre Luis Barcala, portavoz municipal del PP, y Carlos Castillo, una de las caras visibles de la Diputación y principal institución de oposición al Consell de izquierdas. Pero, ojo, la dirección provincial quiere que el consenso vaya más allá de los dos dirigentes que, hasta ahora, aparecían como los cabezas visibles para encabezar el proyecto.

A la dirección provincial no le preocupa en exceso el movimiento de un sector del PP para impulsar la candidatura del militante Paco Maestre como presidente local. Considera que su fuerza es limitada. Pero sí apuesta, sin embargo, por sumar también al consenso general a grupos como el que pueda aglutinar el gerente de la Cámara, Carlos Mazón, que ya ha trasladado su disposición a participar de una vía de acuerdo. ¿La fórmula para llegar al pacto? Eso todavía está por ver y a la dirección provincial tampoco le quita el sueño. La que alcancen todos los actores del PP se aceptará. Desde un presidente de transición que pilote el partido hasta las elecciones hasta un organigrama que permita equilibrar las fuerzas de todos sin que haya ni vencedores ni vencidos. Esa es, de momento, la «hoja de ruta». Falta ver hacía dónde se acaba dirigiendo.