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Una «patata caliente» en el congreso provincial del PP

La pugna por el control de los populares en la ciudad de Alicante se empieza a jugar en una semana

Una «patata caliente» en el congreso provincial del PP

Una de las grandes partidas que se tendrá que jugar en las filas del PP durante los próximos meses, sin duda, es el control de la organización popular en la ciudad de Alicante. Y esa pugna, con Luis Barcala y Carlos Castillo Carlos Castilloal frente de las dos principales facciones que aspiran a hacerse con el mando de los populares alicantinos, tendrá una primera parada justo en el plazo de una semana cuando, apenas 24 horas después de la peregrinación a Santa Faz, se presente el texto con la ponencia que se debatirá en el congreso provincial del PP, convocado para el 27 de mayo en Torrevieja. Un documento coordinado por el diputado Juan de Dios Navarro que debe definir la organización que el partido tendrá en la capital de la provincia. En un congreso que se presenta muy tranquilo -a diferencia de la guerra civil que está impulsando Isabel Bonig en València para disgusto de Génova- con la reelección sin oposición de José Císcar, la resignación a la hora de asumir la «bicefalia» de César Sánchez y, sobre el papel, con pocos cambios en el núcleo de dirección; ese primer acto de la batalla del PP en la ciudad de Alicante se convertirá, sin ninguna duda, en una «patata caliente».

Hace ahora casi un lustro, cuando accedió al mando provincial del partido, Císcar decidió, obligado por las circunstancias, darle un giro a la estructura orgánica en la ciudad de Alicante. Con Sonia Castedo ya marcada por las imputaciones judiciales, el PP ni podía entregarle el control a una alcaldesa que vivía pendiente de los tribunales ni tampoco designar un sucesor. Necesitaba ganar tiempo. La cúpula del PP ideó un sistema organizativo que le permitía disgregar el mando y controlar la sucesión. Ese modelo dividió la potente organización popular de Alicante -unos 15.000 afiliados- en cinco distritos con una presidencia y una secretaría general rotatoria por periodos de seis meses. Cuando llegó el momento y con Castedo ya fuera de la circulación, la dirección del PP, sin ningún poder orgánico consolidado, optó por designar a Asunción Sánchez-Zaplana, hoy en el Senado, como alcaldable.

Aquella estructura, diseñada después del periodo congresual del PP, fue ratificada en una reunión de la Junta Directiva -máximo órgano popular- pero nunca fue protocolizada en los reglamentos de organización. Como ni en los estatutos nacionales ni tampoco en los regionales -renovados recientemente- se aborda la estructura local, en la ponencia de organización provincial que se tiene que debatir en el congreso de Alicante sí se tendrá que poner negro sobre blanco ese nuevo escalafón del PP en la capital alicantina. El próximo 28 de abril -a una semana vista- es la fecha tope para que el ponente presente el documento con una propuesta y se abra el periodo de enmiendas. Y definir esa organigrama, sin duda, marcará el primer asalto de esta contienda que tendrá su punto culminante en el congreso que la dirección provincial del PP quiere celebrar a principios del mes de julio.

Hay tres opciones encima de la mesa. La primera pasaría por mantener la estructura actual con los presidentes de distrito, una dirección rotatoria sin poder real para tratar de evitar una votación y aplazar por tanto la batalla hasta que se elaboren las candidaturas. La segunda posibilidad sería recurrir a una organización clásica con una ejecutiva municipal que tuviera al frente a un presidente elegido en asamblea por todos los militantes con poderes plenos y un secretario general para ejecutar la acción política. Esta opción desembocaría en un enfrentamiento a cara de perro en las urnas, con vencedores y vencidos y con uno de los aspirantes ungido por los militantes para convertirse en candidato a la Alcaldía. La tercera alternativa es la de un modelo mixto con un presidente local elegido en urna por los militantes pero con cinco «jefes» de distrito como contrapeso en la organización.

Aunque todavía se están produciendo contactos para perfilar el contenido de esa ponencia de estatutos, en estos momentos, la opción que gana más enteros es la tercera. Eso permitiría generar un liderazgo orgánico con peso para abordar un escenario política que coloca al PP, por vez primera en veinte años, en la oposición pero, a la vez, con posibilidades de retornar al gobierno municipal en las elecciones de 2019, un paréntesis corto y una oportunidad que se genera en contadas ocasiones en un sistema político que, normalmente, concede dos mandatos cuando se produce un cambio. Pero a la vez también ese presidente local seguiría «controlado» por los responsables de los distritos, que continuarían teniendo un papel de relevancia en la estructura local del PP. A estas alturas, la cúpula provincial popular está convencida de que se acabará votando con Barcala y Castillo como grandes aspirantes a pesar de que, en estos momentos y como se está viendo en València, la posición de Génova es la de intentar cuadrar consensos y aparcar guerras que, en opinión de Madrid, afectan a los objetivos electorales marcados para las autonómicas y locales.

Así y todo, aunque los sectores del PP en la ciudad de Alicante pretenden convertir ese proceso asambleario municipal que tienen a dos meses y medio vista en unas primarias para «marcar» al candidato a la Alcaldía en 2019, lo cierto, sin embargo, es que la dirección provincial dejará claro que nada tiene que ver. En plata: la victoria en la escaramuza de ese congreso local -trasladará la cúpula popular- es un proceso separado a la designación del candidato que, como el resto de la lista, corresponde proponer a la dirección provincial y ratificar a Madrid dentro de un año y medio. Es decir el primer «round» de una larga disputa política.

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