No hemos cruzado ni siquiera el ecuador del mandato municipal y autonómico pero el presidente de la Diputación, César Sánchez, ya ha decidido marcar territorio y elegir el primero en el PP. Junto al balance de estos casi dos años de recorrido en la Avenida de la Estación y a la incomprensible tibieza a la hora de criticar el agravio que sufre la provincia y la Comunidad en el reparto que hace el gobierno de Mariano Rajoy en los presupuestos para este año, la parte con más calado político de la entrevista que César Sánchez concedió a este periódico, sin duda, es la que desvela su decisión de optar a partir de 2019 a otro periodo de cuatro años en la Diputación. Un deseo que acompaña, además, del visto bueno a esa operación de José Císcar, ahora presidente del PP en Alicante y que también lo va a continuar siendo después del congreso que está convocado para el próximo 27 de mayo en Torrevieja.

No estamos, de ninguna de las maneras, ni ante un giro semántico, ni ante una declaración para salir del paso, ni ante una cuestión menor. Todo lo contrario. Con año y medio todavía por delante para que el PP empiece a trazar la «hoja de ruta» para la elaboración de las candidaturas con las que concurrirá a esos comicios locales y autonómicos, César Sánchez toma una posición nítida: decide seguir en la escena provincial. La resolución despeja cualquier especulación sobre la posibilidad de ubicarse en el decorado autonómico. Nadie se lo va a discutir. Es el gran referente institucional que, en estos momentos, tiene el PP en esta Comunidad y el principal ariete de oposición al Consell. Pero, de paso, además, frena en seco cualquier deseo de Císcar -el que golpea primero, lo hace dos veces- de volver a intentar ocupar el sillón de la presidencia de la Diputación -su vieja y reconocida aspiración- en el caso de que, efectivamente, el PP vuelva a gozar de mayoría absoluta en la institución provincial sin necesidad ni de estar pendiente de Ciudadanos -la presión de los de Albert Rivera fue clave para apartar a José Císcar- ni tampoco de los caprichos de un tránsfuga. Y esos números favorables, efectivamente, son los que a día de hoy manejan los populares para la composición del hemiciclo de la Diputación que salga de esos comicios locales de dentro de dos años.

La dirección del PP da por casi seguro que en esa cita electoral pueda recuperar entre dos y cuatro diputados provinciales, lo que le concedería de nuevo una mayoría absoluta holgada. En 2015, como se recordará, los populares se quedaron a un escaño pero lograron el respaldo de Cs, primero, y luego del tránsfuga Fernando Sepulcre, que se marchó de la formación naranja con el acta bajo el brazo. La cúpula popular está convencida de que puede comerle dos sillones a los socialistas: uno en la Vega Baja, que el PSPV logró por escaso margen; y otro en la Marina Alta, que sería emblemático en tanto que supondría dejar fuera de la Diputación a José Chulvi, el actual portavoz del puño y la rosa en la institución provincial y alcalde de Xàbia. Pero, además, también cuentan con datos que les conceden entre uno o dos diputados en l'Alacantí a costa de los socialistas o de las tres fuerzas -Ciudadanos, Compromís y EU- que lograron representación en el partido judicial de la capital. El Palacio Provincial, salvo un cataclismo, seguirá bajo el mando del PP.

Esa información la conoce César Sánchez como también sabe, aunque no lo diga, que el escenario, por contra, no es tan claro para recuperar la Generalitat. Igual que los números para la Diputación le salen al PP, los del gobierno autonómico están muy en el aire. Pero mucho. La cúpula popular, en privado, transmite que, aún dando por segura una mejoría notable, continúa lejos de llegar a los cincuenta escaños que permiten gobernar en solitario. Y ven como su único socio posible -Ciudadanos- atraviesa por graves problemas en un sinfín de municipios y vive pendiente de una escisión en ciernes desde hace meses. «Es posible que entre los dos no lleguemos», admitió un destacado miembro de la cúpula del PP que, además, reconoció que la izquierda, aunque sea por uno o dos diputados, puede mantener el control del parlamento y por tanto del Consell. Con otra cuestión a tener en cuenta: la reforma de la Ley Electoral Valenciana con la rebaja del listón para entrar en las Cortes al 3% -esto sí parece seguro- y la posibilidad de una circunscripción única -una opción más difícil- favorece, es cierto, la supervivencia de Cs pero, sobre todo, a la izquierda, que se permitiría diluir una posible contestación en las urnas de Alicante.

Así que César Sánchez ha decidido elegir primero para seguir en la institución que, en estos momentos, el PP tiene casi asegurada y que le facilita una enorme proyección. Es la plataforma que le permitiría a la vez optar a terminar con la bicefalia para dirigir el partido en el futuro pero también ser un aspirante cualificado para encabezar desde la provincia el proyecto regional del PP en las siguientes elecciones, un deseo que los notables populares siempre han atribuído al presidente de la Diputación. Pero esa estrategia de César Sánchez, a su vez, abre otro interrogante. ¿Cumplirá con su promesa de no optar a un tercer mandato como número uno en Calp? Para repetir en la Diputación necesita formar parte de una lista municipal. Podría hacerlo sólo como edil pero ahora esa ecuación, no despejada por César Sánchez, está encima de la mesa. Notables del PP atribuyen al presidente de la institución provincial la ambición de estar siempre pensando más en el próximo cargo que en el que ocupa. Ahora desea seguir en la Diputación pero, desde luego, eso le pone en la parrilla de salida para intentar llegar más alto en las filas del PP.