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Análisis

El dilema de los alcaldes del PSPV

Temor de los cargos locales socialistas a tomar posición en la pugna interna ante una posible victoria de Pedro Sánchez

La dirección del PSPV, comandada por Ximo Puig, ha cursado invitación a los 239 alcaldes socialistas de la Comunidad para que compartan hoy mesa y mantel en Valencia con la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, en una comida parecida a esas bodas en las que los novios, al final del convite, recorren las mesas para saludar y recoger los regalos. La dirigente andaluza, a la caza de ese «regalo» de los votos, es la candidata favorita de las élites socialistas para tomar el mando de Ferraz aunque, en principio, no anunciará oficialmente su postura hasta dentro de unos días. Cuando le convenga. Ni antes ni después. Díaz está intentando un pacto por arriba con los notables del partido mientras que Pedro Sánchez, su principal rival por el control del PSOE, trata de visualizar un acuerdo directamente con los militantes con esa ruta que le lleva a llenar escenarios casi como una estrella de rock allá por donde va.

Aunque mantiene un tono comedido y siempre pide discutir antes de las ideas que de las personas, el presidente Puig no quiere ni escuchar hablar de Sánchez. No quiere verlo ni en pintura. Su liderazgo en la Comunidad no está en cuestión. Pase lo que pase, será reelegido secretario general del PSPV por su condición de presidente de la Generalitat. Pero lo cierto, sin embargo, es que la batalla por la sala de mandos de Ferraz va a tener un impacto en el socialismo valenciano. No sólo afecta a la credibilidad interna de Ximo Puig -ya muy golpeada como uno de los 17 firmantes que provocaron la dimisión de Pedro Sánchez- sino que tendrá un impacto directo en la estabilidad de los alcaldes del PSPV, el principal valor que le queda a la formación para hacer frente a Compromís en la batalla de 2019 por el liderazgo de la izquierda.

Seguro que muchos alcaldes socialistas acudirán al ágape de hoy con Puig y la presidenta de la Junta de Andalucía. Están confirmados Gabriel Echávarri, Carlos González y Rubén Alfaro, entre otros. No les queda otra que aparecer en el retrato. Por la cuenta que les trae. Pero habrá muy pocos, por no decir ninguno, que se manifestarán abiertamente a favor de una candidatura encabezada por Susana Díaz. Prefieren el silencio. Nadie se quiere separar de la alternativa oficialista que viene de Andalucía pero hay temor de que, finalmente, Pedro Sánchez pueda ganar las primarias y muchos ediles evidencien estar en minoría en sus propias agrupaciones votando todo lo contrario que sus militantes. Entre algunos secretarios de Organización de agrupaciones locales socialistas, los verdaderos fontaneros y conocedores de la red del PSPV, se ha extendido el temor a una victoria de Sánchez en la provincia y en la Comunidad. Y están aconsejando a sus alcaldes que eviten posicionarse para sortear ese riesgo. Entre otras cosas, admiten, porque el enfado de los militantes ha llegado al extremo de que muchos no aceptan, como en otras ocasiones, la «sugerencia» de poner en la papeleta lo que sus líderes les pidan. Y al final el voto de un afiliado de la agrupación más pequeña del PSOE, en unas primarias, vale exactamente lo mismo que el de Ximo Puig o Susana Díaz.

La presencia de una tercera candidatura en liza, la impulsada por el vasco Patxi López, no supone una opción real de victoria. No parece, en estos momentos, que los militantes socialistas estén por la labor de entregar el control de Ferraz a un dirigente cuyos dos principales cargos políticos -lehendakari y presidente del Congreso-los consiguió gracias al respaldo del PP. Pero esa división del voto -López le quita a Sánchez pero también le resta a Díaz- puede provocar que uno de los aspirantes pueda llegar a apuntarse la victoria con un porcentaje de alrededor del 40%. Y eso le da más opciones al que fuera líder socialista, cuya victoria inquieta a los notables del PSPV no sólo por la debilidad orgánica que puede suponer quedarse en precario en sus agrupaciones sino también por el hecho de que Rajoy cumpla su amenaza y adelante unas elecciones que vuelvan a revelar su minoría social.

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