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Compromís mira a Podemos

Dirigentes de la coalición que lidera Oltra esperan que la batalla de la formación morada en la Comunidad les abra un espacio político más grande

La batalla a muerte en Podemos entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón tenía una gran repercusión, obviamente, para el futuro de la formación en toda España. Estaba en juego el margen que a partir de ahora aplicarán los morados a su «hoja de ruta» para mantener una relación de cierta normalidad con los socialistas. O, lo que es lo mismo, la flexibilidad de la izquierda a la hora de llegar a acuerdos de gobierno o políticos, algo necesario con el reparto del actual mapa de poder institucional. La clara victoria de las tesis de Pablo Iglesias, sin embargo, conduce a los «podemitas» a una radicalidad que aleja pactos con el PSOE pero que, sobre todo, asusta a una importante porción del electorado progresista. Y, además, si había un territorio en el que esa pugna ideológica, estratégica y de alma se convertía en clave para la organización era, sin duda, en la Comunidad.

Por cuatro motivos. Primero: el alto mando autonómico de Podemos, ejecutiva y grupo parlamentario, todavía continúa, hasta aquí, bajo control de los afines a Errejón con Antonio Montiel a la cabeza. Segundo: de los 12 diputados morados en las Cortes depende la estabilidad parlamentaria del Consell que comparten los socialistas y Compromís. Tercero: el proyecto derrotado de Íñigo Errejón apostaba por un concepto de respeto a la diversidad plurinacional que permitía el encaje con identidad compartida de otras fuerzas como En Comú en Cataluña, las mareas gallegas controladas por las nacionalistas de Anova o Compromís en la Comunidad. Y cuarto: por la singularidad del mapa político valenciano -diferente al de otros territorios- que, a día de hoy, pone a Podemos como una fuerza con un crecimiento limitado -es la quinta del parlamento valenciano- en una clara disputa de espacio con Compromís, la coalición de Mónica Oltra dispuesta a rentabilizar al máximo su papel en el gobierno autonómico.

Era muy evidente que, a pesar de esa fractura irreconciliable, Podemos no iba a reventar de una forma inmediata. No hay elecciones a la vista y ahora los «errejonistas» intentarán cavar la trinchera en territorios que controlan, como la Comunidad, para resistir y tomar aire a medio plazo cuando vengan citas con las urnas y se abra el pulso por el control de las candidaturas electorales. Cosas de la política: la vieja y la nueva. Todo eso se traducirá en el intento de los «pablistas» de asaltar el liderazgo de Antonio Montiel -está por ver si el actual síndic parlamentario encabeza a la facción de Errejón o cede protagonismo- en una batalla que desgastará desde luego la imagen de los morados en la Comunidad. Camino de un «Vistalegre valenciano» -todavía sin fecha ni previsión- que tiene toda la pinta, como el de Madrid, de una guerra de corte ideológico pero, sobre todo, por el control de los principales sillones de la sala de máquinas del partido.

Y todo ese decorado, al margen de un presidente como Ximo Puig pendiente de la estabilidad de su gobierno, dibuja una imagen que Compromís sigue con gran atención. La guerra sin cuartel en Podemos llenará de hastío a un sector del electorado dispuesto a secundar un proceso de cambio en la izquierda; y una ristra, sea cual sea el resultado, de muertos políticos. Y todo eso, a su vez, abre nuevos espacios con bolsas de electores descontentos que buscan otras opciones a las que sumarse y deja huérfanos a activistas y cuadros, en su mayoría jóvenes y con ganas de seguir «jugando» a la política. ¿Qué harán los votantes que se descuelguen de Podemos? ¿Y los «errejonistas» -mayoría ahora en la Comunidad- cuando llegue ese reventón con una purga en las candidaturas electorales? Compromís mira a Podemos... y, de momento, espera.

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