Golpeado por las resoluciones judiciales de la Gürtel en la Comunidad, lo primero que le preguntaron al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, cuando hizo su aparición en el congreso que el PP celebra este fin de semana en la Caja Mágica de Madrid fue una pregunta directa sobre la corrupción que afecta a los populares valencianos: «Espero que la corrupción pase a formar parte de la historia y siempre hay una parte mala de la historia», se limitó a señalar el líder del PP, reelegido anoche para un cuarto mandato en el partido con el 95% de los votos.

La sentencia de Fitur -la primera sobre el caso Gürtel en toda España con la condena de la exconsellera Milagrosa Martínez a nueve años de prisión- y la confesión de nueve constructores -receptores de 950 millones en contratos de la Generalitat- que admitieron haber financiado ilegalmente al PP en las campañas electorales de 2007 y 2008 continuó siendo la comidilla de la delegación de la Comunidad y de la provincia en los pasillos del recinto durante la segunda jornada del cónclave. Y cargos populares, además, apuntaron que el «golpe» de la red Gürtel ha tenido un impacto en la representación que, al final, los populares valencianos y de la provincia han tenido en los órganos de dirección nacional del PP.

Los compromisarios más jóvenes marcan distancias de forma más clara: «El que la hace que la pague», repiten dirigentes, en su mayoría, sin ligazón con la etapa anterior. Delegados más veteranos, en su mayoría con sueldo público, sin embargo, creen que la condena a Milagrosa Martínez es desproporcionada, echan en falta una posición de la dirección nacional del PP en defensa de esa tesis -la única que la verbalizó fue Esperanza Aguirre- y cuestionan la posición que esgrimió Fernando Martínez Maíllo, número tres de la estructura de Génova, asegurando que, por fin, «se había hecho justicia». Una brecha que pone en cuarentena el debate sobre la apertura y la regeneración del PP.