A lo largo de dos décadas, la cúpula del PP de la Comunidad y de Alicante llegaba a los congresos nacionales crecida y convertida en una pieza fundamental del engranaje de la organización. Las apabullantes victorias electorales y su aportación a la «urna común» de los populares en toda España les concedía mando en los órganos de dirección del PP. Hasta el punto de que en 2008, tras la segunda derrota de Mariano Rajoy frente al socialista Zapatero, Francisco Camps, entonces presidente de la Generalitat y líder regional de los populares, se trajo el congreso a Valencia como báculo para sostener un liderazgo que se tambaleaba. Desde entonces y, especialmente a partir de 2009 con el estallido del caso Gürtel, esa influencia fue decayendo poco a poco. De hecho, los populares valencianos afrontan este congreso que se inicia hoy y se alargará hasta el domingo en la «Caja Mágica» con la obligación de ganar visibilidad en Madrid pero a la vez golpeados de nuevo por dos importantes decisiones judiciales ligadas a Gürtel que afectan de lleno a la gestión del PP en la Generalitat y a su financiación ilegal, al menos, en dos campañas electorales.

La dirección regional del PP, coordinada con las organizaciones provinciales en este proceso, se había marcado dos objetivos para este congreso: abrir la participación de los afiliados como una fórmula para revitalizar un partido que perdió casi todo su poder institucional en las elecciones municipales y autonómicas; y pelear por una visibilidad en los órganos de dirección del PP que les permita vender una cierta rehabilitación de su rol en Madrid. Aunque de forma tímida y lejos de una democratización de la vida interna de los populares, el primer paso, más o menos, sí que lo han logrado Isabel Bonig y José Císcar. Tienen la autorización de Génova para convocar, a falta de establecer el reglamento, el congreso regional y provincial con un sistema casi asambleario en el que todos los militantes que se inscriban podrán participar en la elección del presidente del partido y luego en cada congreso como compromisarios.

Aunque queda pendiente el debate sobre un sistema de elección en urna de las candidaturas electorales. Ese movimiento interno no se trata de una cuestión menor. Facilita que el mandato de Isabel Bonig, heredado en su día por una decisión «a dedo» de Génova tras la renuncia de Alberto Fabra, encuentre legitimidad entre los militantes para que nadie pueda cuestionar su papel de cara a las elecciones autonómicas de 2019. Y de paso también, en el supuesto como así parece de que Císcar opte a otro mandato como presidente provincial del PP, apuntalar el papel del líder de los populares alicantinos en un momento muy complicado para la formación con una bicefalia real entre el propio Císcar, al mando del «aparato» orgánico; y el Palacio Provincial con César Sánchez al frente de la Diputación. Un encaje interno que se tendrá que ir resolviendo a partir de ahora y posteriormente en el congreso autonómico y en el provincial. La dirección regional es partidaria de que Císcar vuelva a dar el paso de dirigir el PP pero, de momento, el antiguo número dos del Consell con Fabra aguarda a confirmarlo.

Con esa pata más o menos resuelta de cara a la galería, la cuestión que se tendrá que abordar en los pasillos del congreso es la del papel que jugará la organización regional y provincial del PP en la estructura de Génova. Borrados del mapa en el organigrama de los principales cargos del gobierno de Mariano Rajoy, los populares de la Comunidad y de la provincia no se pueden permitir salir del cónclave de este fin de semana con la sensación de que pierden todavía más peso. En ese sentido se ha producido algún contacto preliminar entre la presidenta regional del PP, Isabel Bonig, y Fernando Martínez Maíllo, número tres de Génova. Aunque, de cualquier manera, Maíllo trasladó a la número uno de los populares valencianos que será el propio Rajoy el que la llamará para hablar de ese nuevo encaje del PPCV dentro de la estructura de Génova. Una conversación que, en cualquier caso, no se ha producido aún, como confirmaron fuentes de la formación a pocas horas de que hoy mismo arranque la primera jornada de la cita en la que los populares reelegirán al presidente del Gobierno para otro mandato al frente del partido.

La pretensión de Isabel Bonig es mantener la cuota que los populares tienen en el actual comité ejecutivo. Esteban González Pons y Pedro Agramunt son natos y, además, han formado parte de ese órgano desde el anterior congreso formado en Sevilla la propia Bonig desde que relevó a Fabra, el exministro y ahora diputado por Alicante José Manuel García Margallo, la fallecida Rita Barberá, Susana Camarero, Gerardo Camps y José Císcar. Dentro de este paquete, el presidente del PP de Alicante también quiere mantener su cuota de dos miembros. Habrá cambios. Con toda seguridad. La cúpula popular apuesta por visibilizar su presencia con número -un porcentaje de miembros similar- y, si es posible, sumar algún cargo de cierto lustre. El núcleo de poder -la secretaría general para De Cospedal y el actual equipo de vicesecretarías- parece casi intocable y se da por casi seguro que repetirá. Así que la aspiración de los populares de la Comunidad y de la provincia se puede centrar, por ejemplo, en alguna de las secretarías. Pero la última palabra, como todo el mundo señala y reconoce, la tendrá el propio Mariano Rajoy.

Pero en vísperas del congreso que se celebra este fin de semana, los populares de la Comunidad y de Alicante se han topado con un contratiempo que vuelve a poner su regeneración en cuarentena: los efectos de la trama Gürtel. Ayer mismo otros seis empresarios -entre ellos los hermanos Martínez Berna o Vicente Cotino- admitieron, en pacto con la Fiscalía, que financiaron de forma ilegal al PPCV en dos campañas a través de la red de Correa y El Bigotes: la autonómica de 2007, en la que Camps fue elegido con el mayor porcentaje de votos de la historia; y las generales de 2008, la segunda derrota de Rajoy contra Zapatero. Se suman a otros tres, entre ellos Enrique Ortiz, que ya habían confesado. Además, hoy se conocerá la sentencia de otra de las investigaciones ligadas a la Gürtel: el supuesto fraude en los contratos de Fitur con dos exconselleras alicantinas en el banquillo. Y todo eso golpea al PPCV en pleno congreso. Todo un problemón para Bonig y Císcar.