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El despilfarro de la sanidad de Camps: viajes en primera y comilonas

Las cajas fijas de la Conselleria de Sanidad de la última década destapan que cuando la crisis ya asomaba el Consell aún tiraba con pólvora de rey

El acto protocolario de la inauguración del Hospital de Dénia costó más de 11.000 euros. vidal / efe

El monstruo de la crisis ya asomaba la cabeza, pero nada era suficiente para amargar la fiesta al Consell de Francisco Camps. Era aquella la Comunidad Valenciana de los fastos, de los grandes eventos, un lugar en el que no cabía el lamento ni la racanería. Todo era poco para vender una gestión que, se decía entonces, había situado a esta región en el foco de atención mundial, con sus ferraris y veleros. Hasta la sanidad, con su problema endémico de infrafinanciación, se dibujaba de colores; alejada de la escena gris de hospitales saturados de enfermos, las listas de espera o de las plantillas ajustadas.

En esta Comunidad Valenciana se podía ser conseller del ramo y vivir a lo grande; viajar en primera clase, comer a diario en restaurantes de alto nivel y encima tener una agenda repleta de inauguraciones en las que no faltaba de nada. Era la época del gran despilfarro, años de vino y rosas de los que no quedaron fuera los gestores de la sanidad, el departamento más importante desde el punto de vista presupuestario y también el más deficitario. Al menos este es el escenario que dibujan los gastos de caja fija de la Conselleria de Sanidad de los últimos diez años, aquellos que carecen de fiscalización previa y se usan para pagar gastos como comidas , hoteles, taxis o publicidad.

Su contenido, destripado por INFORMACIÓN, constituye un recorrido desde los años de la vida alegre a aquellos en los que la austeridad se convirtió en imperativo. Tal como puede comprobarse en el portal de Transparencia de la Generalitat, el volumen de recursos destinados a las distintas cajas fijas ha ido reduciéndose. Con 2008 y 2009 como ejercicios de máximo gasto en los que se superaban los 100 millones, se ha pasado a los 44,6 contabilizados hasta ahora en 2016. Pero los datos en sí mismo dicen poco, más allá de que 2011 fue un punto de inflexión, el momento en que empezó a cerrarse el grifo. El detalle que ofrecen las facturas examinadas por este diario dan una idea aproximada de cómo se vivía entonces y cómo se vive ahora.

A grandes rasgos en toda la etapa Camps (2003-2011) los gastos de la subsecretaría de la conselleria achacables directamente a la agenda de sus respectivos titulares superaban el medio millón de euros. ¿En qué se gastaban el dinero los consellers y su núcleo duro? La lista de facturas es amplia y variada, pero las comidas achacables directamente al conseller de turno eran habituales. Rafael Blasco, hoy en prisión por el caso Cooperación, era en 2006 y 2007 un asiduo a restaurantes de alto nivel de la zona, especialmente, en fechas señaladas. Así, en las Navidades de 2006 comió a cuenta del erario público cinco días seguidos (del 18 al 22 de diciembre) con un gasto de 3.300 euros. Uno de los almuerzos , en el Alameda Palace, costó 1.016 euros y congregó a 18 personas.

Tampoco su predecesor Manuel Cervera miraba el euro cuando se trataba de comidas de trabajo. La caja fija da cuenta de numerosas facturas de diferentes importes (una alcanzó los 492 euros), y muy pocas encuadrables en los 20 euros que años después el presidente de la Generalitat Alberto Fabra impuso como límite. Con todo, donde más se intuye lo ajeno que vivía el Gobierno de entonces de las dificultades de la ciudadanía es en los desplazamientos oficiales. Y es que viajar en primera clase no era gratis. La caja fija de 2009 y 2010 da cuenta de varios desplazamientos al extranjero que dadas las actuales apreturas resultan sonrojantes.

Es el caso del viaje a Nueva York el 25 de enero de 2010 del conseller Cervera. El billete Valencia-Madrid-Nueva York (ida y vuelta) costó 5.131 euros. A la capital de los rascacielos se desplazó el titular de sanidad para asistir a la firma de un convenio entre la Generalitat y Microsoft. La factura del hotel en la ciudad de los rascacielos sumó otros 1.195 euros. Ese mismo año, por ejemplo, un billete a Bruselas ascendió a 1.381 euros y el asiento bussiness rumbo a Madrid se elevó a 579,9 euros. En septiembre de 2010 viajó a Las Palmas para asistir a la firma de un convenio con Canarias sobre informática. Costó 1.345 euros.

Pero si algo llama la atención de esos años en los que el Consell incluía ya en sus discursos la palabra austeridad y afilaba la tijera en algunas cuestiones presupuestarias es el gasto en el autobombo. Para poner primeras piedras, inaugurar centros u organizar conferencias de prensa todo recurso era poco. Una política de escaparate que contrasta con el estrangulamiento que en esos años se produjo en la contratación de personal. Hasta 3.000 temporales menos trabajaron en los servicios sanitarios en 2010 y 2011, según los datos de la Sindicatura de Comptes. Mientras tanto se cortaban cintas a lo grande. Inaugurar un centro de salud difícilmente baja de los 1.000 euros. La lista es amplia: inauguración del centro de salud de La Vila Joiosa (2.500 euros); Nou Moles (2.508 euros); Gandia (1.239 euros); Alcàsser (909 euros); Lludient (1.092 euros), etc. La palma, con todo, se lo llevó el hospital de Dénia: 11.907 euros para su puesta de largo. No se queda atrás el gasto de 5.454 euros para la «organización, logística y técnica de un acto en el Nuevo Hospital La Fe» en marzo de 2010. Y es que dar empaque a un acto requiere recursos para pagar iluminación, sonido, plasma, decoración, moquetas, traseras, atriles, los técnicos, etc. Incluso había que alquilar banderas: la española y la senyera, a razón de 45 euros cada una. También se tiró la casa por la ventana para las primeras piedras. Hay facturas por importe de 1.533, 1.872 y 1.569 euros.

La demostración de cómo se tiraba con pólvora de rey es lo que le costó a la Conselleria la rueda de prensa del primer trasplante de cara en la Comunidad realizado por el doctor Cabadas: 918 euros en la rueda de prensa y 2.499 euros en dar un catering en un restaurante. La caja de 2010 esconde otras facturas de esta índole: para firmar un convenio de investigación con Farmaindustria se gastaron casi 3.000 euros. Sólo el montaje en Presidencia se elevó a 2.400 euros y la trasera costó 350 euros. En 2007, montar los permios Best in Clas costó cerca de 6.000 euros, de los que sólo 4.000 fueron al ayuntamiento por el uso del salón noble. En 2011 el uso de Cacsa para la entrega de los premios Salud y Sociedad costó 3.300 euros. Y los 9 trofeos entregados; 7.911 euros.

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