Decenas de personas despidieron ayer a Antonio Martín Lillo, histórico dirigente comunista en la provincia de Alicante que falleció el pasado viernes a los 75 años por un tumor cerebral con el que llevaba varios meses lidiando.

En el tanatorio de la Siempreviva, lugar en el que se celebró el funeral civil, se reunieron familiares y amigos de Martín Lillo y cargos políticos de la provincia y del gobierno autonómico, como Manuel Alcaraz, conseller de Transparencia.

El Partido Comunista de l'Alacantí expresó su «dolor y tristeza» a través de un comunicado en el que lamentaban el fallecimiento de su «camarada más respetado y querido». En el escrito destacan que Martín Lillo era «el dirigente político más sensible, lúcido y destacado de los últimos 45 años en la provincia» y que es «un ejemplo para los militantes».

Por su parte, en otro comunicado, Podemos Alicante recalcó la trayectoria política de Martín Lillo, quien pasó varias décadas «trabajando a pie de trinchera por las libertades y los derechos de las gentes más desfavorecidas».

Antonio Martín Lillo nació en la ciudad argelina de Boufarik en 1941, donde se licenció en Filología Hispánica. Fue un político represaliado por el franquismo y pasó buena parte de su carrera en la clandestinidad. En abril de 1974 fue detenido junto a otros compañeros y estuvo dos años encarcelado en la prisión de Murcia.

En 1976 le expulsaron del país y recuperó la nacionalidad española en 1977 con la legalización del Partido Comunista, donde fue su máximo exponente en la provincia. Martín Lillo perteneció al comité central del Partido Comunista de España y culminó su etapa política como miembro de la formación EU.

Los restos mortales de Antonio Martín Lillo serán trasladados a Asturias para su incineración.