El PP y C's «rompen» el hielo. Casi se puede decir, haciendo bueno el lema de aquel famoso anuncio televisivo que una marca de turrón suele emitir por estas fechas, que Ciudadanos ha decidido volver a casa por Navidad. El acuerdo en Madrid entre Mariano Rajoy y Albert Rivera que, junto a la abstención socialista, aupó de nuevo al líder del PP a La Moncloa y, en el ámbito provincial y autonómico, la moción de censura de Almoradí -la primera de los dos partidos desde las elecciones locales de 2015- han alimentado un cierto nivel de confianza entre las direcciones de ambas formaciones, deteriorada, entre otras cosas, por episodios como el del tránsfuga Fernando Sepulcre, ex de C's y apoyo del PP de César Sánchez en la Diputación. Una relación que, ahora, se suaviza y se convierte, a su vez, en más fluida en un momento clave del mandato municipal. Los próximos meses que conducirán hasta el verano son los que, tradicionalmente, concentran la mayor parte de los movimientos en los gobiernos locales. Y, desde luego, los concejales que logró Ciudadanos en 2015 son, en casi todos los casos, fundamentales no sólo para promover votos de censura sino también para dar estabilidad a gobiernos del PP que, hasta ahora, han funcionado en minoría.

Los populares valencianos esperaban como agua de mayo un movimiento de estas características para recuperar parte de la cuota de poder municipal. Pero también tenían sobre la mesa un segundo objetivo: dar todo el aire posible a C's para que logre resistir de cara a las autonómicas de 2019. La dirección regional del PP admite que es muy complicado retornar en solitario a la Generalitat y, en estos momentos, el único socio posible con el que cuenta es la formación de Albert Rivera en la Comunidad, controlada por antiguos dirigentes populares lo que facilita la afinidad ideológica. En el marco de esta estrategia, el voto de censura de Almoradí, surgido del ámbito local y a propuesta de la líder de C's en la localidad, le viene como anillo al dedo a los populares para cultivar toda esa operación durante los próximos meses.

El alto mando autonómico de C's deja claro que no buscó en ningún caso el movimiento de Almoradí. Pero también reconoce, en este sentido, que ha dado luz verde a esa moción de censura con un informe «muy bien argumentado» de su grupo municipal. La cúpula de Ciudadanos, por eso, no se cierra a hablar a partir de ahora con el PP aunque advierte de que eso no significa, ni mucho menos, un cheque en blanco y que abordará «caso por caso» cada una de las propuestas. Un poco como ocurre en las Cortes, donde Ciudadanos estudia cada punto y no siempre se alinea con el PP. La primera propuesta que ha recibido la cúpula de C's de la ejecutiva provincial de los populares que encabeza José Císcar es la de promover, como ya ha venido publicando este periódico, un cambio de gobierno en Torrevieja. Es una ciudad clave para el PP: coparía el poder en las dos principales localidades de la Vega Baja y daría un balón de oxígeno a Eduardo Dolón, el número dos del partido y la Diputación.

La dirección regional de Ciudadanos no se cierra a negociar ese cambio de gobierno pero, en estos momentos, lo ve muy complicado. Una de las exigencias de la formación naranja, reconocieron estas mismas fuentes, sería ocupar la Alcaldía, algo que el PP en estos momentos no contempla. No obstante, desde la cúpula de las dos formaciones admiten que queda tiempo por delante -tanto los populares como Ciudadanos tienen que abordar ahora sus congresos- para explorar ese cambio de gobierno. Pero, además, la mejora de las relaciones políticas entre el PP y C's no sólo estaría encaminada a votos de censura en municipios de más o menos peso en la provincia. Ya hay conversaciones abiertas, admiten desde ambos bandos, para apuntalar dos gobiernos locales del PP que subsisten en minoría: Mutxamel y Benidorm. Pero, en cualquier caso, ni están cerradas ni tampoco descartadas. Lo que parece una evidencia es que una vez «roto» el hielo en Almoradí, las conversaciones entre la cúpula de ambos partidos van a ser cada vez más intensas.

La cúpula provincial del PP, de hecho y como confirmaron fuentes de la ejecutiva, considera que se ha abierto una nueva etapa en la relación política con C's después de las dificultades que surgieron en el arranque del mandato. Entonces populares y naranjas apenas fueron capaces de concertar gobiernos municipales además del episodio de la Diputación que se saldó con el veto a la candidatura de José Císcar y la llegada de César Sánchez al Palacio Provincial. Consideran en el PP que aquella distancia está superada e, incluso, se muestran «optimistas» sobre futuros acuerdos con C's.