Durante dos décadas entre 1995 y 2015, el PP dominó casi a placer y a golpe de decreto todas y cada una de las instituciones más importantes de la Comunidad. Lo hizo, muchas veces, por imposición y con un mensaje que pretendía convertir en un discurso único para toda la sociedad, hasta el punto de que aquel que osara oponerse a una resolución del Consell o cuestionara su actividad institucional, directamente, atentaba contra el interés común y se convertía en «antisistema». Sin ninguna responsabilidad y con una estrategia de «tierra quemada» durante la celebración oficial del Día de la Constitución en Alicante, al PP no le importó ni un ápice ningunear el papel de la capital alicantina en el entramado institucional de la Comunidad, convertir la celebración del 6 de diciembre en un arma más dentro de su espiral de tensión y desgaste contra el Consell -fueron el único partido ausente- y dividir a una sociedad ya bastante quebrada entre buenos y malos.

«Aquí está la verdadera Comunidad», se le ocurrió soltar al delegado del Gobierno de España, Juan Carlos Moragues, en su intervención durante la «contraprogramación» que organizó en la Capitanía Militar de Valencia, una cita a la que sí acudió la líder regional del PP, Isabel Bonig. Parecido a esos «antisistemas» a los que los populares demonizaron durante años y años de poder absoluto. ¿Qué hubieran dicho los populares si los protagonistas del boicot a la convocatoria oficial del Consell, cuando ellos dirigían el Palau, hubieran sido de Compromís o Podemos? Mientras el PP ganó elecciones y amasó poder no hubo problema: todo el mundo seguía su baile. Ahora, sin embargo, han preferido reconvertirse en ese niño que, cuando se enfada y va perdiendo, intenta llevarse la pelota. El problema para el PP es que ya no lo controla todo.

Cumpliendo con el acuerdo tomado hace un año a la llegada al gobierno del Consell de izquierdas, la Generalitat organizó la celebración oficial del Día de la Constitución en Alicante. En esta ocasión, el acto se montó en la Ciudad de la Luz, un espacio símbolo del despilfarro de la gestión del PP pero que el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, reivindicó como una «oportunidad» para impulsar un proyecto innovador -lo citó pero no lo desveló- de prosperar las negociaciones abiertas con la Unión Europea. Tanto el jefe del Consell como la vicepresidenta Mónica Oltra -líderes del PSPV y Compromís, los dos partidos que comparten el ejecutivo- insistieron, durante sus intervenciones, en la importancia de este acto para «vertebrar» el territorio. «Desde Vinarós a Pilar de la Horadada», proclamó el presidente de la Generalitat que volvió a usar una expresión ya habitual en su mensaje político: «coser» la Comunidad aprovechando actos como el de la Constitución.

A la cita acudieron, entre otros, todos los consellers; el presidente de las Cortes, Enric Morera; José Cholbí como Síndic de Greuges, la principal institución de la Generalitat con sede en Alicante; altos cargos del Ejecutivo autonómico; diputados en las Cortes y en el Congreso tanto del PSPV como de Compromís; el alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri, junto a sus dos socios de gobierno Miguel Ángel Pavón y Natxo Bellido y otros concejales; el primer edil de Elche, Carlos González; el regidor de Elda y presidente de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias, Rubén Alfaro. En su mayoría miembros de los dos partidos del Consell. Pero también se dejaron ver Rita Bosaho y Llum Quiñonero, de Podemos. Y una extensa de nómina de dirigentes de C's como Emigdio Tormo, José Cano, Paco Sánchez y buena parte del grupo de concejales naranjas en el Ayuntamiento de Alicante. Como avanzó este periódico, la única representación del PP fue la de Alejandro Morant, vicepresidente tercero de la Diputación y alcalde de Busot. Punto y final. Así que los populares, esta vez, se quedaron solos... en su boicot a un acto institucional en el que, además, se concedió la Distinción para la Defensa de los Derechos y Libertades en la Comunidad a Cruz Roja y al catedrático de la Universitat de València, Javier de Lucas, que ha dedicado gran parte de su trabajo a los derechos humanos, las políticas migratorias y de asilo, la pluriculturalidad y la democracia.

Al término del acto, al que acudieron unas 500 personas y parte de la gente que se sumó a la jornada de puertas abiertas en el complejo de ocio alicantino, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, acusó al PP y a las instituciones que boicotearon la cita, aunque sin citarlos, de actuar «de manera desleal». «Esta es una fiesta para unir. Si se actúa de manera desleal entre instituciones es la peor pedagogía posible», opinó. «Yo siempre he estado, cuando estaba en la oposición, en este tipo de actos y no entiendo por qué no se apoya que la Generalitat esté implicada en la celebración de la Constitución», agregó antes de volver a defender la «bicapitalidad» de la Comunidad. «Aquí se hace un esfuerzo por la convivencia y los que no aportan nada tendrán que explicarlo», advirtió Puig.

Hubo diputados del PP que optaron por acudir a la procesión de San Nicolás; el presidente provincial José Císcar no se dejó ver, al menos públicamente, en ningún sitio; el titular de la Diputación, César Sánchez, dijo que se quedaba en su pueblo y puso un mensaje en Facebook como única referencia a la jornada del 6 de diciembre. Isabel Bonig, presidenta regional del PP, sí acudió al acto de Valencia en el que participaron empresarios como Vicente Boluda; el arzobispo Cañizares, del que dependen casi 70 municipios del norte de Alicante; o el vicepresidente de la Diputación de Alicante, Javier Sendra. Bonig consideró complicado unir los dos actos y dijo «no entender» a Ximo Puig, al que pidió que acudiera al acto organizado en Madrid por La Moncloa. La Delegación del Gobierno cuestionó el lugar elegido por la Generalitat. «La Ciudad de la Luz no es el sitio más idóneo», apuntaron sobre unas instalaciones que, en su día, impulsó el PP con un coste de 400 millones. «En este acto está representada la verdadera Comunidad», lanzó Moragues. ¿Y los de fuera de Valencia, señor delegado, qué son?