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La papeleta

Pere Rostoll

Con la corrupción no hay medias tintas

Hace sólo unos días, este periódico publicaba un extenso reportaje con el «perfil» de los seis vicepresidentes nombrados por César Sánchez en la Diputación con motivo de la batalla que están librando en tres grandes escenarios: la capacidad de influencia sobre el débil liderazgo del titular de la institución provincial, el control de facto de la gestión con los criterios en el reparto de subvenciones y su capacidad para jugar un papel decisivo en el futuro del PP. El texto que servía como presentación a la figura de Alejandro Morant, diputado de Hacienda y también alcalde de Busot, estaba encabezado por el siguiente título: «Un fenicio de verbo fácil en las redes». Esa frase, sin más aditivos, define a la perfección a este dirigente del PP que responde al corte de un grupo de cargos populares que llegaron a las cotas más altas de la política en la época de las «vacas gordas» sin más mérito que el de subirse con gran acierto a la ola electoral que concedió al PP todo el poder institucional de la provincia y de la Comunidad.

Define a la perfección a Alejandro Morant, decía, la referencia a su condición de «fenicio». Ha sabido mercadear con los votos de sus concejales en Busot para ser primero diputado provincial con Luisa Pastor traicionando a Joaquín Ripoll; luego colocarse en un puesto clave del PP con José Císcar como «jefe» de las poblaciones del interior de l'Alacantí; y, finalmente, situarse como vicepresidente con César Sánchez al quedarse, junto con Mutxamel, como el único alcalde popular en el área de influencia de la capital alicantina. Máximo rendimiento de un poder municipal mas que limitado. Pero, quizá, defina mejor al diputado que tiene la llave de la caja de caudales de la Diputación el segundo punto de ese titular: verbo fácil en Internet.

Siempre dispuesto a mostrar su opinión en Facebook -su red favorita-, Alejandro Morant ha vuelto a caer en la polémica, el tono soez y la inoportunidad política en un comentario sobre la muerte de Rita Barberá. Sumándose a la tesis de un grupo de notables del PP que vinculan las denuncias por corrupción -obligación de los periodistas y de la oposición, en cumplimiento de su labor- a las causas del fallecimiento de la que fuera alcaldesa de Valencia durante 24 años, el vicepresidente de la Diputación lanzó un mensaje que, al margen del exabrupto y los insultos, pone en cuestión las medidas contra la corrupción impulsadas por el PP y que suponen, en el caso de Alicante, que los cargos públicos tengan que abandonar su acta en el supuesto de que tengan que afrontar una imputación.

Pero también reduce al mínimo la importancia de la investigación abierta contra Rita Barberá en el Supremo -apenas 48 horas antes había declarado ante Cándido Conde-Pumpido- por blanqueo de capitales en una supuesta financiación ilegal del PP en Valencia. Dice Morant a través de su Facebook que por «mil miserables» euros. Cierto que la cantidad es pequeña. Pero sin entrar en el resultado final de ese sumario, cualquier indicio, por mínimo que sea, de corrupción debe investigarse hasta el final. «Qui furta un ou; furta un bou». No lo traduzco, Alejandro. Sabes perfectamente lo que significa. Y lo más grave: un diputado responsable de la gestión de un presupuesto de 250 millones en la Diputación no puede mostrar «medias tintas» ni con la corrupción ni con delitos como blanqueo de capitales. De lo contrario, sólo le queda tomar un camino: marcharse. Y luego..., si quiere, anunciarlo en Facebook.

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