El presidente de la Diputación navega entre dos aguas. En la última semana contentó al sector más duro del PP que le exige un frente de batalla contra la Generalitat. Pero ayer, sin embargo,retornó a ese perfil dialogante, moderado y pactista en el que se encuentra más cómodo para volver a tender la mano al número uno de la Generalitat, Ximo Puig, y ofrecerse a un encuentro que, camino del año y medio de legislatura, todavía no se ha celebrado. El titular de la institución provincial reconoció, durante un acto de la coporación, que no había podido conversar con Puig el pasado lunes -ambos coincidieron en la visita de Felipe VI a Rabasa- pero en todo caso abrió la puerta «el día que quiera» al jefe del Consell.

La intervención de César Sánchez contrasta, sin embargo, con la posición que defendió la semana pasada en la última ejecutiva provincial del PP, donde exhibió un discurso durísimo de oposición frontal al Consell de izquierdas, al que acusó de «expropiarle competencias». Hoy, sin embargo, el pleno de la Diputación certificará que a César Sánchez, en determinados asuntos, no le va a quedar otra que claudicar. En la sesión se escenificará la «cesión» de la institución provincial a la Generalitat para abonar, finalmente, su parte de la Xarxa Llibres. Y a continuación -al tiempo- vendrá el Fondo de Cooperación Municipal. ¿Cómo va a justificar César Sánchez y el PP que los alcaldes de la provincia reciben menos dinero de ese plan que los de Valencia al negarse la Diputación a poner el dinero que le toca? Engordar para morir. En esta tesitura, hay preocupación en el PP por un escenario político en el que la principal institución al mando popular se mueve en tierra de nadie y, reconocen cargos populares, con una alarmante falta de liderazgo de César Sánchez.