Hacía tiempo que el presidente de la Diputación, César Sánchez, se había desvinculado casi por completo de la actividad interna del PP. Pero los mensajes que ha recibido en las últimas semanas desde Valencia junto a la presión de cargos de su partido que le reclaman más dureza contra el Consell ha llevado a César Sánchez a cambiar de estrategia. Un giro de 180 grados a la moderación con la que se había manejado a la vuelta del verano tanto con Ximo Puig como también con Mónica Oltra, con la que ya ha pactado una primera reunión para el 13 de diciembre. Aprovechó su vuelta a un comité ejecutivo del PP casi de trámite -convocado el jueves por la noche para aprobar la delegación de 181 compromisarios, 168 electos y 13 natos que acudirá al congreso nacional- para lanzar un durísimo alegato contra la Generalitat. Uno de los más duros de los que se le recuerdan. Una maniobra que intenta apuntalar su liderazgo, hasta ahora endeble, y también marcar un perfil propio al frente de su proyecto en la Diputación. Una hoja de ruta que se ha ido diluyendo con el paso de los meses y que ahora, con este movimiento táctico, el dirigente provincial trata de reactivar.

César Sánchez está entre dos fuegos: el sector duro del PP que le empuja a una guerra frontal contra el Consell como parte de una maniobra para desgastar a la izquierda de cara a 2019 y los últimos mensajes que llegan desde las filas socialistas y de Compromís. El titular de la institución provincial, que apostaba por una relación más cordial para trazar acuerdos, no ha resistido la presión de los cargos del PP, muy molestos con las declaraciones a este periódico de Toni Such, director general de la Administración Local e ideólogo de los decretos de coordinación, en las que reducía a la mínima expresión el papel de la Diputación. Con la propuesta del portavoz del PSPV en la institución, José Chulvi, de cambiar los votos del presupuesto por el Fondo de Cooperación Municipal, que obligaría a la Diputación a poner encima de la mesa 13,7 millones. Y con el intento del conseller Vicent Marzà, de Compromís, de que la institución provincial dedique fondos a inversiones en Educación.

«No nos quedaba otra que responder», admitieron fuentes próximas a César Sánchez. En la mañana del jueves, durante un acto institucional, el presidente de la Diputación ya adelantó esa maniobra. Lanzó un ataque con artillería de grueso calibre contra la Generalitat a la que acusó de «expropiar» las competencias de la Diputación al tiempo que sacó a relucir la bandera del alicantinismo: «El Consell no puede ser sólo el gobierno de la provincia de Valencia», lanzó antes de negarse a «coacciones» y «amenazas».

Ante los notables del PP disparó en la misma dirección. Fue, incluso, un punto más allá para romper la monotonía de una reunión farragosa y soporífera -la dirección popular leyó pueblo a pueblo el reparto de compromisarios- en la que, como apuntaron varios asistentes, César Sánchez había ofrecido una sensación hasta ese momento de visible cansancio y abatimiento. El presidente de la Diputación se ofreció como un defensor inquebrantable de los «intereses» de Alicante, habló de hacer una «oposición política» dura contra los «ninguneos» del Consell, se quejó de la falta de acuerdos en la financiación de instituciones sociales como el Centro Dr. Esquerdo o el Hogar Provincial y puso a todo su equipo de diputados «en la calle» como base de la oposición política a la Generalitat.

La intervención del titular de la institución provincial agradó al sector duro del PP que propone acentuar el frentismo contra el Consell pero, sin embargo, desconcertó a los que le piden un plus de liderazgo más allá de caer en la crítica fácil como único recurso. En ese dilema está metido ahora el presidente de la Diputación, necesitado de reactivar un proyecto que, de momento, va a remolque de los movimientos de la Generalitat. Este cambio de rumbo de César Sánchez se produce justo después de que se haya confirmado su cita con la vicepresidenta Mónica Oltra para el próximo 13 de diciembre. Fuentes de la Diputación consideraron inevitable que el presidente se revolviera ante los últimos movimientos desde Valencia pero también dejaron la puerta abierta al diálogo para llegar a consensos con la Generalitat.