El PSPV y Compromís arrancaron ayer a Podemos la renovación del Pacte del Botànic... por inercia. Y casi porque a los morados no les quedaba otro remedio. La izquierda reafirmó el acuerdo que hace ahora poco más de un año sirvió para desalojar al PP de las instituciones después de veinte años pero con reservas y, desde luego, sin la ilusión que reinaba entre el electorado progresista después de los comicios autonómicos de 2015. Las dos fuerzas que comparten el gobierno -los socialistas y Compromís- y el grupo que concede respaldo en las Cortes -Podemos- validaron un documento con 200 nuevas medidas -en su mayoría ligadas a la política social, pendiente aún de redactar en los próximos días y para el que no hay ni siquiera una fecha de rúbrica oficial marcada en rojo en el calendario- pero se dedicaron artillería gruesa por la decisión del presidente de la Generalitat, Ximo Puig, de posicionarse en Madrid al lado del sector del PSOE que defendía una abstención que evita unas terceras elecciones pero que devuelve a Mariano Rajoy a La Moncloa para otro mandato.

Tras una reunión de cuatro horas en la sede de Compromís en la que participaron Arcadi España y Miquel Real, jefes de gabinete respectivamente de Ximo Puig y de Mónica Oltra, los tres partidos culminaron la renovación del acuerdo con ese listado de 200 propuestas y, además, con una agenda propia para mantener el tono de reivindicación frente a Madrid. Un intento del jefe del Consell de hacer un guiño a sus socios y tratar de «vender» la imagen de que la abstención que facilitará de nuevo el mando al candidato del PP es una cuestión puntual y limitada a la necesidad de desbloquear la crisis de gobierno en Madrid. «Una abstención instrumental», como apunta el presidente de la Generalitat. Ese anexo de reivindicaciones del Pacte del Botànic al nuevo gobierno de los populares que va a salir de la sesión de investidura que arranca hoy incluye exigencias como el cambio del modelo de financiación autonómica, un anexo de inversiones complementarias que acaben con la discriminación de la Comunidad o infraestructuras decisivas para desplegar el desarrollo económico como, por ejemplo, el Corredor Mediterráneo.

El pacto entre el PSPV y Compromís, a pesar de todo y de las tensiones, es sólido y, salvo cataclismo, continuará adelante. Así lo expresó la representante de Compromís en la comisión y secretaria general del Bloc, Àgueda Micó, al término de la convocatoria. Y también la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, que de todas maneras se quejó amargamente de la decisión del PSPV de avalar una investidura en el Congreso que le entrega de nuevo el mando a Mariano Rajoy. «Es una abstención que facilita la continuidad de un gobierno que es hostil con los valencianos», dijo la número dos de la Generalitat durante un acto de su conselleria.

Podemos, teniendo en cuenta, que la izquierda volvió hace casi año y medio al Palau de la Generalitat frente a un PP cargado de investigaciones por corrupción, tiene muy complicado cualquier movimiento que suponga romper el acuerdo. «No vamos a poner el gobierno en manos del Partido Popular», ratificó Àngela Ballester, diputada de Podemos en Madrid. Sin embargo, los morados sí han encontrado una fórmula para ganarse parte de la visibilidad que hasta ahora no han tenido. Un arma para negociar con el jefe del Consell, contra el que cargan directamente. «Si alguien ha desestabilizado este acuerdo ha sido Puig con la abstención», criticó Ballester.