Ya hay fecha para el momento más delicado de la reciente historia de los socialistas. El próximo domingo, los notables del PSOE se reunirán en Ferraz para tomar una decisión que puede acabar marcando el futuro del partido: facilitar o no que el candidato del PP, Mariano Rajoy, repita como presidente del gobierno. Y el socialismo valenciano, como quedó evidenciado en el anterior comité federal que se saldó con la renuncia de Pedro Sánchez, vuelve a estar completamente dividido. Tal y como ya apuntó este periódico, la intención del secretario general del PSPV y presidente de la Generalitat, Ximo Puig, pasa por mantener una posición de perfil moderado en este asunto para evitar que la decisión de Ferraz -todo apunta a que, finalmente, los socialistas le darán el gobierno a Rajoy- acabe por envenenar aún más el escenario en las filas del socialismo valenciano y también del Consell.

Durante un acto ayer en Valencia, el presidente de la Generalitat rechazó entrar en la pugna y se limitó a anunciar que durante los próximos días abrirá una ronda de contactos con cargos del PSPV para tratar de encontrar una salida que limite al máximo los daños. «Hablaré durante esta semana con los compañeros y tomaremos todos juntos la decisión en el momento oportuno», apuntó el presidente de la Generalitat en un intento de desmarcarse de la batalla. La intención de la cúpula del PSPV es mantener una calculada ambigüedad a sabiendas de que, entre la militancia socialista de la Comunidad, el respaldo a Rajoy obtendría un rechazo amplio y de que la figura de Puig ya quedó «tocada» con su decisión de dimitir de la ejecutiva federal para sumarse a la operación que acabó con Pedro Sánchez.

En esa línea, el titular del Consell rechazó desvelar la posición que tomará en esa reunión del comité federal. «En estos momentos estoy trabajando en lo fundamental como jefe del Ejecutivo valenciano», resaltó tras el reciente viaje institucional a Cuba, la preparación de los Presupuestos para 2017 que deben presentarse antes de final de mes y la celebración, ayer, del cuarenta aniversario de la planta de Ford en la localidad valenciana de Almussafes. Esa fue la fórmula que utilizó el presidente de la Generalitat para quitarse de encima la polémica. Es muy probable, apuntaron fuentes socialistas, que la posición de Ximo Puig no se conozca hasta el próximo domingo, cuando se celebre la reunión del comité federal en Madrid.

En cualquier caso, el mensaje de prudencia que utiliza el presidente Ximo Puig no ha impedido que empiecen a surgir grietas dentro del PSPV. El síndic socialista en las Cortes, Manuel Mata, se desmarcó de la abstención que intentan imponer desde Andalucía y mostró su rechazo a entregarle el gobierno a Rajoy. «No es un problema de federaciones. Ni tampoco hay un mandato imperativo. Actuaré con libertad. Yo siempre he mantenido un no a Rajoy», apuntó Mata al término de la junta de portavoces en las Cortes. «No hay un mandato ni nadie pone una pistola al cuello para votar en uno u otro sentido», dijo el síndic socialista. El «no» de Mata se suma al de destacados dirigentes como el alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri, o la consellera Carmen Montón, que ya se han posicionado de forma clara. Ximo Puig quiere que esta situación no afecte al futuro proceso congresual del PSPV.

Y a las grietas en las filas socialistas se suma el malestar en el Consell por la posibilidad de que Ferraz avale a Rajoy. Mónica Oltra, líder de Compromís, espera que el PSOE no facilite la investidura de Rajoy como presidente: «El PSOE verá lo que hace, pero si facilitan la investidura, en ese pecado llevaremos todos la penitencia», aseveró la vicepresidenta de la Generalitat que garantizó, eso sí, la continuidad del Pacte del Botànic: «En la salud y en la enfermedad», zanjó Oltra.