Ángel Franco nunca se fue del PSOE. La baja voluntaria del exsenador y hombre fuerte del socialismo alicantino durante los últimos 25 años nunca se llegó a tramitar tras aparecer en 2014 en un informe policial que le vinculaba con Enrique Ortiz en los movimientos para agilizar la aprobación del plan urbanístico de Rabasa. La revelación, confirmada por varias fuentes y de la que hay constancia en Ferraz, choca por completo con la versión oficial que se ofreció cuando en septiembre de 2014 se anunció que Franco se apartaba de forma temporal y voluntaria para evitar que, a las puertas de las elecciones municipales, se resquebrajara la candidatura de Gabriel Echávarri, elegido secretario general del PSOE de Alicante con los votos de los franquistas y del que ahora se ha distanciado a raíz de la batalla que puede culminar con la decisión del partido de avalar a Mariano Rajoy para que repita en el Gobierno.
Hace ahora poco más de dos años, un informe policial situaba a Franco en el epicentro de la polémica. Aparecía citado en el sumario de la investigación por el presunto amaño del plan urbanístico de Rabasa a favor del constructor Enrique Ortiz, una trama en la que la Policía le llegaba a atribuir un papel clave como mediador de una reunión para que la Confederación Hidrográfica del Júcar desbloqueara el proyecto. Ángel Franco, que ha movido los hilos del socialismo alicantino desde hace casi tres décadas y cuyos partidarios aún conservan el control de la agrupación local de Alicante, tenía una estrecha relación con Enrique Ortiz, como se desprende de las conversaciones en las que el constructor -imputado en Gürtel y también en Brugal- le lanza elogios e, incluso, hablan de cuestiones vinculados al control de la agrupación local del PSPV-PSOE.
En plena precampaña municipal y autonómica, los socialistas trataron de «reaccionar» de inmediato. El entonces candidato a la Alcaldía de Alicante, Gabriel Echávarri, mantuvo una conversación telefónica de madrugada con Franco -el exsenador se encontraba de viaje en un país de América Latina por una cuestión personal- y poco después emitía un comunicado que, en su primer párrafo y textualmente, decía lo siguiente: «El secretario general del PSPV-PSOE de Alicante, Gabriel Echávarri, ha trasladado esta mañana a la dirección del PSPV-PSOE que el militante de la agrupación socialista de Alicante, Ángel Franco, ha pedido voluntariamente la suspensión temporal de militancia, hasta que se clarifiquen las informaciones aparecidas en prensa». La dirección del PSPV, ya con Ximo Puig de secretario general y Alfred Boix en Organización, «filtró» incluso que se le facilitaba esa salida a Franco -un histórico del partido- antes de que se le abriera un expediente.
Es cierto que Ángel Franco desapareció por completo de la escena pública socialista. Dejó de participar en actos del partido o de campaña, tampoco participaba en asambleas locales y evitó acudir a las reuniones del comité federal, máximo órgano socialista para el que había sido elegido en el último congreso. Pero también es verdad que su baja temporal como afiliado nunca se llegó a tramitar. Aparecía en los censos para los procesos de primarias celebrados en 2014 y 2015. La secretaría de Organización del PSOE en Alicante está ocupada por el concejal Carlos Giménez, uno de los fieles partidarios de Franco en la agrupación de Alicante; y en el PSPV por Alfred Boix. El exsenador se ha alineado con la ejecutiva de Ximo Puig -frente a la posición de Gabriel Echávarri- en los últimos procesos saldados con la renuncia de Pedro Sánchez.
Una vez que se rebajó la presión judicial del caso Rabasa y con la certeza de que, a pesar de ese informe, no acabaría imputado, Franco planificó su regreso paulatino a la primera línea de fuego del socialismo local. Primero lo hizo en pequeños actos de la campaña electoral para las últimas generales, luego a la asamblea de la agrupación de Alicante y, finalmente, a las dos últimas reuniones del comité federal, alineado con las tesis más próximas a favorecer a Rajoy en la investidura.
