Los efectos colaterales de la caída de Pedro Sánchez como líder socialista todavía se dejan notar, y con especial virulencia, en la Comunidad Valenciana. Dos semanas después de la marcha forzada del secretario general, el PSPV continúa convulsionado y, sobre todo, fracturado. Existen dos bandos bien diferenciados. Por un lado, los partidarios de la abstención para dejar así vía libre a un gobierno del PP. Defienden que sería lo «menos malo» y alertan de que una tercera cita con las urnas en menos de un año podría ser la estocada definitiva para el partido. En otro lado se posicionan los del «no, no y no» a Rajoy. Insisten en que el PSOE no puede facilitar su investidura bajo ningún concepto y alertan, también, de que los socialistas se desangrarían si contribuyeran a mantener a un PP salpicado por infinidad de casos de corrupción. Y aún existe una tercera vía. La forman aquellos militantes y dirigentes que reclaman un congreso extraordinario y urgente, primarias y que sea la militancia la que decida cómo actuar. Sea como fuere, el PSOE, en general, y el PSPV, en particular, se encuentran ante una encrucijada. Y Ximo Puig se enfrenta a una tarea titánica. Ha de apaciguar un partido instalado en la inestabilidad, en el que esta misma semana se ha evidenciado en varias ocasiones la fractura interna. Estos son los principales puntos calientes:

EJECUTIVA NACIONAL

En plena resaca del 9 d'Octubre, el líder de los socialistas valencianos convocó a la ejecutiva nacional para intentar rebajar la presión de los últimos días. Con parte de la militancia en pie de guerra por su maniobra para derrocar a Pedro Sánchez -Puig fue uno de los 17 integrantes de la dirección federal que dimitió para propiciar su caída-, el también jefe del Consell quiso apaciguar los ánimos en un cónclave en Blanqueries. Lo logró... aunque a medias. ¿Por qué? Porque en esa reunión se escenificó, como era de esperar, la división interna.

Y es que a día de hoy los dirigentes de la cúpula del PSPV mantienen dos posturas. Algunos son claramente contrarios a la abstención en el Congreso, como el secretario provincial de Alicante, David Cerdán; el síndic socialista en las Cortes, Manuel Mata; o el portavoz del partido en la Diputación de Castellón, Pepe Benlloch. Otros, sin embargo, sí abogan por sortear unas terceras elecciones, facilitando la investidura de Rajoy. Es el caso del portavoz de la ejecutiva, Francesc Romeu; y del delegado del Consell para la Unión Europea y hombre fuerte en Valencia, Francesc Calabuig. Pero, ¿qué opina Puig? ¿De qué lado se posiciona? Hoy por hoy, navega entre dos aguas. Todavía no se ha pronunciado con claridad. En ocasiones cierra la puerta al PP, pero en otras deja un resquicio a la abstención. El próximo domingo, previsiblemente, se disipará la duda en el comité federal que posiblemente convoque la gestora ese día. Pero pase lo que pase, una cosa es evidente ahora: la ejecutiva nacional está dividida.

EJECUTIVA PROVINCIAL

En la dirección provincial de Alicante ocurre exactamente lo mismo... aunque con una diferencia de calado. Su líder, David Cerdán, se ha quedado en minoría. Él aboga de forma nítida por decir «no» al PP y concurrir a unas nuevas elecciones, mientras que la mayor parte de su ejecutiva es partidaria de lo contrario. Así se evidenció este pasado martes. Sólo un día después de que Puig reuniera a su equipo de dirección, Cerdán hizo lo propio. Y las diferencias se exhibieron muy pronto. Los números dos y tres de la estructura provincial, Herick Campos y Toñi Serna, apostaron por dejar gobernar al PP y hacer una férrea oposición. Ambos, por cierto, eran partidarios de la marcha de Pedro Sánchez. Paradójicamente, Cerdán también. Otro que se manifestó en términos similares fue el exsenador Ángel Franco, reincorporado ya a pleno rendimiento al partido. Como se recordará, el histórico dirigente alicantino solicitó su suspensión temporal de militancia al verse salpicado por el caso Rabasa, aunque finalmente pidió al reingreso al quedar libre de toda culpa.

En el polo opuesto, y junto a Cerdán, se postularon dirigentes como la presidenta de la ejecutiva, Asunción Menargues, y el exalcalde de Elche Alejandro Soler. Este último, por cierto, lidera la ejecutiva comarcal del PSPV en el Baix Vinalopó, promotora de una resolución en la que se insta a los diputados socialistas en el Congreso a no facilitar un gobierno del PP. En resumen, a no abstenerse en la sesión de investidura.

GENERALITAT

Las réplicas de la salida de Pedro Sánchez de la secretaría general también han afectado a la Generalitat Valenciana. En concreto, a la consellera de Sanidad, Carmen Montón, y a su «jefe» Ximo Puig. Mientras la primera defendió a capa y espada al ya exlíder socialista e incluso se sentó a su lado en el fatídico comité federal que terminó con su dimisión irrevocable, el segundo fue uno de los artífices de su precipitada salida. El propio jefe del Consell ha admitido que el «feeling» con Montón ya no es el mismo, aunque confía en que la situación se reconduzca. El tiempo dirá. Ahora bien, las diferencias están ahí.

ALICANTE

La agrupación de Alicante, polémica como pocas durante los últimos años, también ha vivido una sonada separación. Los protagonistas son el alcalde de la capital y secretario general local, Gabriel Echávarri, y el exsenador Ángel Franco. Las discrepancias entre los antiguos discípulo y mentor no son nuevas. Se remontan a varios meses, especialmente desde que el PSOE asumió el timón del Ayuntamiento. Y ahora han salido a la luz a raíz de la crisis socialista. El alcalde se ha posicionado con Pedro Sánchez, al que le une una relación de amistad desde hace años; y el exsenador con Ximo Puig. Su separación, sin embargo, no ha acabado en divorcio. Al menos por ahora. Pronto llegarán el congreso nacional, al que Puig opta a la reelección, y la asamblea de Alicante, en la que Echávarri también intentará revalidar su liderazgo. Será entonces cuando se disipe la duda: si liman sus asperezas o emprenden caminos separados.