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Pura campaña electoral

Pura campaña electoral

El «primer round» de estas 48 horas en las que el debate sobre el maltrato a la Comunidad en inversiones y financiación se traslada a Madrid se saldó con un combate nulo. Una lucha más propia del tono de una campaña electoral que de formaciones políticas que luchan para tratar de resolver los problemas de los ciudadanos. Era la cuarta vez -una ni siquiera se llegó a abordar- que llegaba al Congreso la toma en consideración de la reforma del Estatuto para equiparar las inversiones que recibe la Comunidad a su población. En plata: unos 500 millones más al año por encima de lo que actuamente le llega a los valencianos a través de los presupuestos del Estado. Y ese debate en Madrid, a pesar de que el texto contaba con el respaldo del PP, el PSPV y Compromís, evidenció los endemoniados ejes por los que en estos momentos camina la escena política valenciana.

Fue una batalla dialéctica ruda, tosca, de golpes cruzados y con la vista puesto no sólo en la posibilidad de una terceras elecciones generales sino también en marcar liderazgos a derecha e izquierda para los comicios autonómicos de 2019. Isabel Bonig, en teoría, ejercía como representante de las Cortes para la defensa del Estatuto de Autonomía. Pero, lejos de ese papel, se dedicó a atacar al Consell y, especialmente, a Compromís, formación contra la que los populares están convencidos de que librarán la batalla dentro de tres años a la vista del suicidio colectivo de los socialistas. Y Joan Baldoví, el líder parlamentario de Compromís, cogió el guante. Hurgó en la herida de Ximo Puig para guiñar el ojo a la desorientada tropa del PSOE -«ya sabemos que Rajoy será presidente ahora o dentro de tres meses gracias a la gestora», les lanzó- pero sobre todo disparó con toda su artillería contra Bonig hasta conseguir su objetivo: la airada réplica de Rafael Hernando, portavoz del PP en el Congreso. Joan Baldoví logró que, al final, ese debate parlamentario fuera un «cara a cara» entre Compromís y los populares.

La representante de Podemos, la valenciana Àngela Ballester se centró en criminalizar a los socialistas ante la posibilidad de que, con su abstención, puedan entregarle el gobierno al PP. Y Toni Cantó, de Ciudadanos, también centró sus ataques contra Compromís -especialmente contra el conseller de Economía, el murero Rafa Climent- pero, sin embargo, le tocó en esta ocasión el «marrón» de tener que defender que su grupo evitaba votar a favor de una reivindicación justa. El socialista Julián López Milla fue el único que trató de evitar la batalla campal en la que se convirtió el debate con una intervención plena de argumentos. Ocurre que, en estos momentos, esa postura a los socialistas ya no les vale para remontar el vuelo. Necesitan algo más. La reforma del Estatuto se admitió a trámite por tercera vez pero nadie explicó que el debate de ayer no servirá para nada si hay otras elecciones, ni se marcaron plazos para la aprobación, ni hubo compromisos claros del PP con la Comunidad. «De forment, ni un gra». Pura campaña.

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