Rebajar la tensión dentro del socialismo valenciano y también en el Consell. En medio de la guerra civil que se ha convertido en la peor crisis interna del PSOE en toda su historia, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, trata de esquivar el conflicto para sofocar la revuelta que vive el partido y cortar cualquier escaramuza que desestabilice el gobierno que comparten los socialistas y Compromís con el respaldo de Podemos en las Cortes. Apenas 24 horas después de sumarse a la maniobra para tratar de derrocar a Pedro Sánchez, el líder de los socialistas valencianos telefoneó a Antonio Montiel -síndic morado en las Cortes- para tranquilizarle; mostró su confianza a la consellera Carmen Montón, que continúa en la dirección de Pedro Sánchez aunque evitó echar más leña al fuego y se ausentó de la convocatoria de Ferraz; y de cara a los militantes emitió un comunicado, firmado por el secretario de Organización del PSPV, Alfred Boix, en el que desliga la operación para echar al hasta ahora líder socialista del respaldo al PP para investir presidente a Mariano Rajoy: «No es no», subrayaron desde la sede de Blanqueries.

Pendiente de la resolución de un embrollo jurídico sobre el bando que tiene el mando de un partido sumido en el caos y el desconcierto, a Ximo Puig no le quedó otra salida que ejercer de apagafuegos. «Hay que tender puentes, buscar soluciones y no cavar más la fosa. Hay que recuperar el diálogo roto», apuntó durante un acto en el Palau. Al presidente de la Generalitat le preocupa que la crisis del PSOE se extienda al gobierno que, según defiende, es su más absoluta prioridad. Y lo primero que hizo fue taponar las dos heridas que ya tenía abiertas y sangrando. A primera hora de la mañana, llamó por teléfono al síndic de Podemos en las Cortes, Antonio Montiel, para garantizarle la continuidad de los acuerdos de izquierdas del «Pacte del Botànic».

Preocupado por la «deriva» de los socialistas, por la posibilidad de que el PSOE le acabe poniendo en bandeja el gobierno a Rajoy y por la opción de que esa situación acabe debilitando la voz de la Comunidad en Madrid para exigir la financiación, Montiel encabezó una interminable catarata de cargos de Podemos que, especialmente a través de las redes sociales, cargaron contra la decisión de Ximo Puig de provocar la caída de Pedro Sánchez, decidido ahora sí a intentar negociar un gobierno con la izquierda y los nacionalistas. «Haremos todo lo posible para que el acuerdo del Botánico no solo no se detenga, sino que progrese adecuadamente», aseguró Montiel, que descartó tras la conversación con Puig, que la situación del PSOE afecte al gobierno de izquierdas aunque advirtió: «Aquellas conductas que se aparten de lo firmado o bloqueen nuevas propuestas para avanzar en la dirección de progreso las considerarán una ruptura», zanjó el número uno de Podemos que, en todo caso, verbalizó su desacuerdo con esa acción de Ximo Puig para puede desembocar, por extensión, en un gobierno del PP en La Moncloa: «Es una contradicción».

El otro frente que tenía abierto el presidente de la Generalitat era con su consellera de Sanidad, Carmen Montón, afín a Pedro Sánchez, miembro de la dirección federal y que no se sumó a la recogida de avales para derribar al secretario general del PSOE. «No sería sincero si no admitiera una cierta ruptura emocional con Carmen Montón. Sería absurdo no reconocerlo», confesó ayer por la tarde Ximo Puig durante una entrevista en Onda Cero. De momento, el jefe del Consell y la responsable de Sanidad -uno de los departamentos clave en la gestión del Consell- tratarán de evitar que se mezcle la bronca interna que carcome al PSOE por el control de Ferraz con el «día a día» del gobierno valenciano.

Hasta en dos ocasiones durante la jornada, una por la mañana en el Palau de la Generalitat y otra por la tarde en la citada entrevista radiofónica, el jefe del Consell aseguró tener «confianza» en la labor de la responsable de Sanidad que, por su parte, evitó por todos los medios echar más leña al fuego. Optó por quedarse en Valencia para cumplir con su agenda institucional y se ausentó de la reunión convocada por Pedro Sánchez con los miembros de su ejecutiva -Carmen Montón es la secretaria de Igualdad-, una cita en la que su presencia hubiera supuesto dar carta de naturaleza a la imagen del cisma. Por la tarde, durante un acto de la conselleria en Manises, sorteó la polémica y rechazó realizar declaraciones para desligar la acción de gobierno de la bronca interna de los socialistas. Fuentes de Presidencia descartaron que se vaya a tomar una decisión drástica contra Montón de forma inmediata y apostaron por dejar pasar el tiempo hasta ver cómo evoluciona la situación interna. Así que, de momento, el papel de la responsable de Sanidad en el Consell queda en el aire. En una especie de libertad bajo vigilancia. Una suerte de pacto de no agresión.

Con todo, lo más grave es el divorcio que se ha evidenciado entre las bases y la cúpula socialista con la actuación de Ximo Puig. Junto al impacto de la batalla en la gestión de la Generalitat, en las filas del PSPV preocupa esa imagen de la firma del jefe del Consell junto a la de otros 16 miembros de la dirección afines a la andaluza Susana Díaz para intentar acabar con Pedro Sánchez y, sobre todo, que se vincule con una cesión al PP para que gobierne. Junto a la carta remitida a los militantes que los seguidores de Puig compartieron en las redes sociales entre una avalancha de ataques, el PSPV distribuyó una nota en la que rechaza facilitar el gobierno a Rajoy, como pidió el ministro Margallo ayer en Alicante.

En el comunicado, dirigido a los militantes pero también los socios de izquierdas del PSPV en el Consell, Alfred Boix, jefe del «aparato» de Blanqueries y uno de los hombres de confianza de Ximo Puig, recordó que el PSPV ya decidió, en su momento, «con claridad decir no a la investidura de Mariano Rajoy». «De ahí no nos hemos movido -precisó-. Que nadie quiera jugar a bandos ni a bandas, nosotros dijimos no y seguiremos diciendo no». «No es no y para los socialistas valencianos sigue siendo no hoy, ayer y mañana», insistió Boix, quien afirmó, también en un mensaje a la enfadada militancia, que a la próxima dirección del PSOE «la elegirán todos y cada uno de los militantes de manera presencial y directa, como es la base del PSOE». Sólo se le olvidó una cosa: poner fecha. Ya, como quiere Sánchez; o dentro de unos meses, como quieren los críticos. Y esa es la clave de la batalla.