El veto al secretario general de los socialistas, Pedro Sánchez, evidenciado en la dimisión de 17 miembros de la Comisión Ejecutiva Federal para desacreditarle como dirigente del partido ha dividido a los alcaldes de la provincia. El divorcio más sonado se ha dado entre los primeros ediles de las dos principales ciudades de la provincia con alcaldes del PSOE: Alicante y Elche. El primer edil alicantino, Gabriel Echávarri, además de defenderle en Twitter el pasado miércoles, reiteró ayer su apoyo al secretario general porque «está cumpliendo con los estatutos del partido, que es convocar un comité este sábado para que convoque un Congreso Federal». Su posicionamiento, claro y sin tapujos, es contrario al del jefe del Consell, Ximo Puig, -uno de los firmantes de la dimisión-, pese a que no cree que la situación nacional afecte al PSPV ni al partido en Alicante.

En el otro extremo se sitúa el regidor de Elche, Carlos González, quien ayer invalidó a Sánchez como secretario general, precisamente por esa dimisión en bloque que los díscolos sostienen que le deja sin autoridad. «Ahora debe haber un congreso, pero no uno precipitado», que es el que propone Sánchez, sino «uno con más tranquilidad y sosiego, después de que se solucione la situación institucional de España», señaló en unas declaraciones a la Cadena SER de Elche.

Más neutral en la guerra se mostró el alcalde de Xàbia, portavoz a su vez del grupo socialista en la Diputación de Alicante, José Chulvi, aunque evitó cuestionar a Ximo Puig, cuyas decisiones dijo que respeta. Chulvi lamentó la guerra que se vive en las redes sociales «porque la falta de respeto no nos lleva a ningún sitio», en referencia a los mensajes de militantes, simpatizantes e incluso de excargos socialistas que pueden leerse en Twitter. Confía en que antes del sábado haya un «acuerdos de mínimos y se haga un esfuerzo entre todos». «Hay que acordarse de los millones de votantes a los que se debe un respeto», opinó el regidor de Xàbia, municipio que hoy reúne al partido a nivel local para abordar la crisis.

Al divorcio entre los dos grandes alcaldes socialistas le sigue la separación de los más pequeños, donde las posturas no son tan definidas, pero en los que existe un claro denominador común: sorpresa máxima ante el nivel de ruptura que ha alcanzado el partido.La alcaldesa de Xixona, Isabel López, mostró «sorpresa mayúscula» por lo que está pasando en el partido, y explicó que así se percibe entre los socialistas y simpatizantes . «Las cosas se tendrían que haber hecho de otra manera, porque hay cauces para expresar el descontento: congreso, primarias, foros adecuados, pero no llegar a este ambiente que nos tiene perplejos a todos», explicó.

Mario Calvo, regidor del pequeño pueblo de Aigües, aseguró que no es capaz de comprender lo que está ocurriendo «en los altos vuelos del partido». «Soy un alcalde de un pueblo pequeño y aquí tenemos muchas preocupaciones. No alcanzo a entender las motivaciones de unos y otros a esos niveles», admitió. «A nadie le gusta esto y seguramente tenga consecuencias en votos ante unas generales, pero no quiero hablar de bandos. Lo que quiero es trabajar por mi pueblo, no podemos descentrarnos de esa prioridad», apostilló Calvo.

La ilusión de la gente

El alcalde de Rafal, Manuel Pineda, centra su valoración en el daño que se está haciendo a la marca del partido y cómo eso puede repercutir en la percepción de los votantes. «Este espectáculo acaba con la ilusión de la gente, y desde luego, si hay terceras elecciones puede ser una debacle». Pineda no quiso entrar en responsabilidades y habló de una «culpa repartida entre unos y otros», una línea similar que defendió ayer también el alcalde de Pilar de la Horadada, Ignacio Ramos. El diputado autonómico del PSPV, Rafa Briet, secretario general de los socialistas de Cocentaina, responsabilizó de la situación «a los que no han usado los cauces donde se debate y se dan opiniones sobre el partido». «Lo que se tiene que comunicar tiene que oírse dentro de los órganos y comités que correspondan», sentenció.