Mantener por todos los medios la paz dentro del PSPV y en los pactos de izquierdas en las instituciones. Ese es el objetivo que se desprende de los primeros movimientos del presidente de la Generalitat, Ximo Puig, de cara a la batalla que se avecina por el control de Ferraz. El líder de los socialistas valencianos sabe que la guerra sin prisioneros entre Pedro Sánchez y los sectores críticos del partido, encabezados por las federaciones de Andalucía y Castilla-La Mancha, amenaza con alimentar la división del PSPV pero también la posibilidad, incluso, de generar inestabilidad en el Consell. Son las dos caras de la guerra fraticida que se vive en la izquierda: la lucha interna que lastra a los socialistas y la batalla por el mando de la alternativa progresista al Partido Popular. Y Puig, en la medida de lo posible y a sabiendas de que el escenario es muy complicado, quiere tratar de mantener una cierta tranquilidad en el PSPV.

La maniobra de Pedro Sánchez de plantar cara y lanzarse a la guerra va a dividir de facto a los socialistas en la Comunidad al tiempo que pondrá de nuevo sobre la mesa las discrepancias sobre el escenario político que se avecina. «La intervención de Sánchez no invita a una negociación. Conduce a confrontar y revela un nivel de desconfianza total», apuntaron fuentes de la cúpula socialista que la calificaron de «gran irresponsabilidad». A sabiendas de que con ese ambiente será muy difícil esquivar los cruces y las presiones de cara a la votación del comité federal del próximo sábado, la posición de Puig es firme: quiere garantizar la paz tanto en la organización como en las instituciones tomando posición en función del interés de los socialistas valencianos y sin atender al de otros barones. La relación de Pedro Sánchez y el presidente de la Generalitat está muy deteriorada desde la negativa del secretario general del PSOE a que los socialistas valencianos formaran una candidatura conjunta al Senado con Compromís y Podemos para ganarle al PP. Pero, a pesar de todo y por encima de eso, Ximo Puig quiere dar prioridad a los intentos de frenar por todos los medios una espiral de tensión interna.

Pese a todo, el batacazo de las gallegas y vascas unido a la delicada situación de Pedro Sánchez elevó la temperatura del socialismo valenciano. Nadie cuestiona en el PSPV el liderazgo de Puig. Esa no es la batalla. Ni lo será. El jefe del Consell, como ya desveló este periódico, ha mantenido conversaciones con los principales dirigentes del PSPV al mando de instituciones para garantizar la tranquilidad del proceso de renovación de ejecutivas en el socialismo valenciano. La estrategia pasa por unir el poder en las instituciones con el del partido. Intentar que el PSPV vuelva a ganar músculo desde los gobiernos. Ahora, esa batalla por el control de Ferraz supone una piedra en el camino que amenaza con abrir brechas en el socialismo de la Comunidad.

Hace meses, por ejemplo, que el secretario de Organización de los socialistas valencianos, Alfred Boix, se mueve entre bambalinas contra Pedro Sánchez. Ayer mismo, por contra y durante un programa de televisión en una cadena nacional, el secretario provincial de Valencia y diputado, José Luis Ábalos, se mostró a favor de Sánchez. En Twitter, la secretaria general del grupo en las Cortes, la alicantina Ana Barceló, sin embargo, calificó la decisión del aún número uno del PSOE de «huida hacia adelante» y en el programa «La Línea Roja» dejó entrever su posición favorable, incluso, a negociar una abstención con el PP en Madrid. Dirigentes como el secretario provincial de Alicante, David Cerdán; o altos cargos del Consell caso de Toni Such, han mostrado en público o a través de las redes sociales su respaldo a formar un gobierno de izquierdas en el que se pudiera negociar con las fuerzas nacionalistas. Es público y notorio que el alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri, es partidario de Pedro Sánchez y lo ha defendido, como ya hizo en la anterior convocatoria del comité federal para enfado de federaciones más críticas. Y no hay unanimidad tampoco entre el grupo de diputados en Madrid.

Nadar y guardar la ropa

Así que, en esa tesitura, el jefe del Consell trató de nadar y guardar la ropa con unas declaraciones de tono moderado, en la misma línea que el aragonés Javier Lambán. El presidente de la Generalitat evitó entrar en la polémica sobre la decisión de Pedro Sánchez de convocar un congreso aunque sí consideró «bastante complicado» que pueda sacar adelante un Gobierno y presidirlo. «No suma», apuntaron fuentes de la cúpula del PSPV. Sin embargo, Ximo Puig evitó demonizar a Sánchez y repartió las culpas del fracaso electoral. «Es una responsabilidad colectiva», dijo. La propuesta del jefe del Consell pasa por un análisis «sereno» y una toma de decisiones «oportunas, con la cabeza» y «lejos de posiciones frentistas».

Ximo Puig intenta evitar por todos los medios que la batalla impregne a todo el PSPV pero también que acabe teniendo efectos sobre el Consell, algo que preocupa al presidente de la Generalitat. No en vano, la consellera de Sanidad, Carmen Montón, por ejemplo, forma parte del núcleo duro de la ejecutiva de Pedro Sánchez y es una firme defensora del secretario general del PSOE. Pero además el presidente de la Generalitat tiene que hacer frente a la relación con Podemos, que ayer rompió los acuerdos de gobierno con el PSOE en Castilla-La Mancha y Extremadura. Emiliano García-Page y Guillermo Fernández Vara son dos de los barones territoriales del PSOE que vetan con más vehemencia la posibilidad de un pacto de izquierdas. Ximo Puig está convencido de que la situación en la Comunidad es diferente. El acuerdo entre los socialistas y Compromís es estable y en el PSPV creen que la alianza con Podemos, como se evidenció hace una semana con la reunión del Pacte del Botànic, también. Pero, con este panorama, tampoco se trata de tentar a la suerte.