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Puig lima el Consell

El presidente de la Generalitat se quita los puntos negros de su gestión y limpia los primeros escollos que el gobierno del mestizaje sufrió en la Conselleria de Economía

Ximo Puig y Mónica Oltra dialogan en las Cortes. MANUEL BRUQUE / EFE

La vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, se despedía el pasado jueves de la rueda de prensa en la que anunció los cambios del gobierno valenciano diciendo adiós por vacaciones y trasladando el aire de satisfacción de quien deja los deberes hechos antes del periodo de asueto. La remodelación, negociada hasta última hora con el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, no ha terminado de sellarse del todo, y aún quedan algunos ejercicios, como el nombramiento del próximo responsable de la secretaría autonómica de Empleo, de reciente creación, o el destino de algunos cargos de Presidencia que han sido sustituidos.

Puig, que ha mantenido a lo largo de esta semana su presencia en actos públicos, ha cerrado los nombramientos para la retaguardia de la Generalitat con el fin de no estirar la primera crisis del gobierno valenciano más allá del verano, y menos con los congresos socialitas de camino. Lo primero que tenía que hacer era depurar responsabilidades en el área de Internacionalización, dependiente de Economía, y en Salud Pública, ya que sus dos dirigentes, Mónica Cucarella y Dolores Salas, estaban cuestionadas. En el caso de Cucarella, Puig no lo vio claro, pero un informe de Transparencia forzó su cese por apuntar que existía incompatibilidad entre su cargo y la ocultación de su vinculación a una gasolinera sancionada por contaminación. Respecto a Dolores Salas, exsecretaria de Salud Pública, la polémica por el presunto enchufismo de su hija acabó forzando su salida del gobierno valenciano. Ambos ceses se oficializaron a mediados de julio. Empezaba el baile, aunque de éste ya se venía hablando desde las elecciones generales del 26-J.

El siguiente paso urgente era poner paz en la Conselleria de Economía por el enfrentamiento que mantenían el conseller del ramo, Rafa Climent (Compromís) y su secretaria autonómica de Economía y Comercio, Maria José Mira (PSPV), por sus desavenencias en temas como los horarios comerciales o el control del Servicio Valenciano de Empleo (Servef). La solución de Puig ha sido ceder ante Compromís y sacrificar a Mira en Economía tras sus choques con el equipo de Oltra. Se trata de la alto cargo que permitió la reapertura de las grandes superficies en festivos en contra del criterio del conseller y a la que ha dado otra secretaría autonómica en Hacienda, lo que evita deshacerse de una de sus apuestas personales.

Tras eliminar estos escollos con la primera remodelación llevada a cabo desde el Pacto del Botánico, el presidente deja limadas antes de septiembre las principales asperezas con sus socios de Gobierno y refuerza el área de Economía dotando de peso propio a dos entidades que el bipartito quiere potenciar: el Servef y el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (Ivace), que gestiona las ayudas a las empresas de la Comunidad Valenciana. Además, recoloca en su radio de acción a personas de confianza y arma el área de Presidencia, a la que necesitará para compensar el innegable protagonismo que su socia de gobierno le come ante la opinión pública.

Entre los nombres que Puig ha puesto en su órbita destaca el de la diputada más joven del Congreso, María Such, hija de uno de los suyos, Antonio Such. O el de los dos históricos de Elche, el exalcalde socialista Diego Maciá, que pasa a ocupar la dirección general de Industria y Energía, y de Narcís Vázquez, cargo que corresponde nombrar a Compromís y a quien ha dado la plaza de secretario autonómico de Salud Pública tras la vacante que dejó la marcha de Salas. Así, ha tirado de Elche -de donde sacó también al director general de Proyectos Temáticos, Antonio Rodes- para dos de los trece nombres que han entrado en juego por su incorporación al Consell o su reubicación. Además del perfil que cumplen ambos ilicitanos -que cuadran bien, a priori, con sus nuevas responsabilidades- Puig se ha escorado hacia un municipio donde su alcalde, Carlos González, es uno de sus afines en la provincia. El movimiento ha hecho ganar peso en el Consell a una ciudad donde el PSPV tiene partido, justo lo contrario de lo que ocurre en Alicante, donde los del puño y la rosa no logran superar las distintas cuerdas en el seno de la formación, sin olvidar que Elche es, a su vez, uno de los bastiones de Compromís, que gobierna junto a los socialistas.

Con los cambios Puig abarca varios frentes. Además de limar asperezas se ha rodeado de apoyos de cara al próximo congreso nacional del PSPV, ante el que ya ha mostrado alguna maniobra. Ha traído a socialistas de su cuerda, ha contentado a cargos con fecha de caducidad -como a Joan Calabuig, a quien ha nombrado delegado del Consell en la UE-; ha evitado la entrada en el Ayuntamiento de Valencia de contrapesos, ha intentado no prescindir de sus cargos de confianza y hasta ha suavizado sus relaciones con el alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri, a cambio de su visto bueno ante el congreso del PSPV. El regidor se garantiza, por su parte, ser arropado por el presidente como secretario general de los socialistas de Alicante.

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