Con una doble visión: insistir en la necesidad de vertebrar la Comunidad Valenciana con un papel clave para Alicante y evidenciar que ni en Madrid ni en el resto de España, al menos por ahora, son capaces de ver el problema valenciano. Así inauguró el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, el foro «Diàlegs d'Estiu», organizado por la conselleria de Transparencia que dirige Manuel Alcaraz. Un encuentro ciudadano en el que el titular del Consell, ante un centenar de personas que abarrotaban la sala de la Seu Universitària, se sometió durante una hora y cuarto a todo tipo de preguntas que coinciden, además, con el primer año de mandato del gobierno valenciano que comparten socialistas y Compromís.

Durante la intervención se tocaron casi todos los palos: agua, educación, ayudas sociales, la relación de la Comunidad con España, la posibilidad de instalar departamentos de la Generalitat en Alicante, el caos heredado de la etapa del PP en las ayudas a la vivienda, el relevo de dos altos cargos en la última semana por supuestas irregularidades en la gestión y, por supuesto, la reapertura de Ràdio Televisió Valenciana con el «enfado» de una parte de la anterior plantilla. Pero, como suele hacer en Alicante, el presidente se esforzó, alternando el castellano y el valenciano en función del idioma que usaba la persona que preguntaba, en el frente de la vertebración de la Comunidad -una de sus grandes obsesiones- con la provincia como principal escollo y en dar un paso más allá en su oposición al trato que reciben los valencianos desde España. Ya no sólo es que existe un problema de discriminación hacia la Comunidad -un punto en el que insistió- sino que en el resto del Estado, al menos de momento, no son capaces de entenderlo con el bloqueo a la reforma de la financiación.

El argumento del trato desde Madrid lo utilizó en varias ocasiones. «Estamos profundamente discriminados», subrayó antes de abogar por continuar haciendo pedagogía para acabar con la «invisibilidad de nuestra situación en España». «Tenemos que conseguir lo que es justo. Ni más ni menos. Es una situación que no se puede tolerar», apuntó el presidente de la Generalitat que, sin embargo, defendió que su gobierno durante un año que lleva de mandato se ha sobrepuesto a esas dificultades económicas -una «hipoteca de 45.000 millones», detalló Puig con cierta resignación- con una prioridad social.

Recordó que se ha desbloqueado la mitad de los 40.000 expedientes de la Ley de Dependencia que el PP dejó escondidos en los cajones y, en un gesto vinculado a su afán vertebrador, dejó claro que, por ejemplo, si el Ayuntamiento de Orihuela concede la licencia, en un par de semanas pueden iniciarse las obras del centro de salud de Rabaloche. «Una reivindicación histórica», apostilló. Para Ximo Puig, la diversidad de la Comunidad con dos idiomas oficiales es «un signo de riqueza». «No se puede entender esta Comunidad sin el peso específico de Alicante», aseveró el jefe del Consell que volvió a defender el concepto de «bicapitalidad» y rechazó que la provincia se pueda sentir discriminada. «Yo soy más periférico que Alicante. Ningún presidente ha venido tanto como yo», lanzó a modo de compromiso con la vertebración.