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El PP se juega su hegemonía en la repetición de las generales

La factura de la corrupción pone a la formación de Bonig en una situación muy delicada

Tercera cita electoral en la provincia y en la Comunidad en apenas un año. Hoy se firmará el decreto de convocatoria para «repetir» las generales después de la falta de acuerdo en Madrid para formar gobierno. Y, por vez primera en más de dos décadas, el PP se juega su hegemonía como primera fuerza en una «segunda vuelta» de esas elecciones que estará, no obstante, pendiente de la abstención. La factura de la corrupción con el estallido en las últimas semanas de la «Operación Taula» y el descenso a los infiernos de Rita Barberá pone a la formación de Isabel Bonig en una tesitura muy complicada: perder su condición de primera fuerza electoral, algo que no se produce desde principios de la década de los 90. La apuesta de Mónica Oltra, número uno de Compromís, para liderar un frente de izquierdas que reedite la alianza con Podemos y que sume, en esta ocasión, a EU pero también a grupos ecologistas y fuerzas locales coloca el escenario, con los datos del pasado mes de diciembre encima de la mesa, en una situación de empate técnico entre el PP y la coalición impulsada por Compromís. Todo ello con los socialistas resignados a la tercera posición y Ciudadanos a la expectativa para seguir arañando espacio a la derecha y la izquierda moderada.

Así que los comicios del próximo 26 de junio -con noche de cierre de campaña en plena «cremà» de las Hogueras en Alicante- tienen en Alicante y en el conjunto de la Comunidad un interés, si cabe, aún mayor. Desde diciembre hasta ahora, los populares han continuado agravando su crisis interna como consecuencia de los casos de corrupción pero también por su incapacidad para afrontar la renovación con la que Isabel Bonig pretende sacar a la formación del atolladero que le ha hecho perder casi la mitad de los votos en los últimos cinco años. A las revelaciones de la «Operación Taula» con Rita Barberá y Alfonso Rus como grandes «vedettes» se suma la certificación de la financiación ilegal del PP con la confesión, entre otros, del empresario alicantino Enrique OrtizEnrique Ortiz. Tampoco ayuda la decisión de Génova de dilatar la celebración de un congreso extraordinario -solicitado desde Valencia- para ratificar a una dirección, hasta ahora, interina. Siguen trasladando una imagen de improvisación que en nada favorece a recuperar una organización que ha perdido músculo con la salida de las principales instituciones.

La cúpula del PP confía, no obstante, en mantener la primera posición. Cualquier resultado que no sea ese, sería una catástrofe y pondría el liderazgo de Bonig contra las cuerdas. Consideran que los votantes que le quedaron en las generales del 20 de diciembre -un 32% de las papeletas- ya constituyen un suelo sólido del que, entienden, es casi imposible bajar. «Todo lo que teníamos que perder, ya no lo tenemos», sugieren. Incluso, más allá de eso, apuestan por recuperar a parte de los cien mil electores que se les quedaron en la abstención. Y, sobre todo, volver a ilusionar a una porción de sus votantes que se marchó a Ciudadanos, ahora descolocados y en una campaña a la que llegan después de los pactos «contranatura» con el socialista Pedro Sánchez. Lo cierto, sin embargo, es que, con los datos en la mano, los populares se juegan en los próximos dos meses mantener su hegemonía en la Comunidad. Una coalición liderada por Mónica Oltra con Compromís y Podemos pero ahora también con EU además de otras fuerzas ecologistas y valencianistas le podría disputar la victoria en esa cita con las urnas. De hecho, la diferencia, de repetirse los votos de hace cuatro meses, sería de apenas 40.000 papeletas. Algunos estudios electorales sitúan a ese gran frente de izquierdas y valencianista, de confirmarse el acuerdo, por encima del 30% de los votos. Empate técnico. El duelo está servido.

La líder de Compromís y vicepresidenta del Consell verbalizó en público el objetivo que se ha marcado de cara a esa cita con las urnas: ganar las elecciones. Eso le pondrían en una posición inmejorable de cara a las autonómicas de 2019. «Tras la mayoría social alcanzada, ahora solo falta la parlamentaria», apuntó Oltra durante un acto en Castellón. «Vamos a hacer que esos votos cuenten presentándose en una única plataforma electoral», señaló. Esa propuesta, especificó, incluye a «Podemos, Compromís y EU, pero también a partidos de ámbito autonómico o local, minoritarios, porque en una situación de emergencia como la actual necesitamos que cada voto cuente». Y puso como ejemplo los acuerdos de la izquierda en la Comunidad. «Es cuestión de aprender a gobernar; aquí funciona, está saliendo bien. No quiere decir que todo esté bien, pero ya hemos mejorado la vida de las personas. Gobiernos plurales permiten que la inteligencia colectiva se exprese mejor; nadie tiene la verdad absoluta y siempre hay alguien que puede mejorar una propuesta», aseveró la vicepresidenta.

El problema es que ese frente de izquierdas se tendrá que negociar a contrarreloj -sólo hay diez días de margen con el 13 de mayo como fecha tope- y tendrá que vencer las reticencias de un sector del Bloc, la fuerza con más militantes de Compromís. De momento, todas las miradas están puestas en el referéndum interno de EU. Todo indica que la posición mayoritaria en la formación -fuera de las Cortes y sin representación valenciana en el Congreso en Madrid- pasa por el acuerdo. Una vez que se salve ese trámite, las miradas se girarán hacia Compromís. El próximo sábado se reunirá el Consell Nacional del Bloc para tomar dos decisiones importantes. Mantener su congreso para elegir un nuevo líder para los días 22 y 23 de mayo y tomar una decisión sobre la coalición de cara a las generales. Joan Baldoví, uno de los notables del Bloc y líder de Compromís en Madrid, puso hace unos días sobre la mesa la propuesta de pactar con Podemos y EU como opción de consenso. Una alternativa que, además, ya avalaron los notables del Bloc para la anterior cita electoral. La posición de Baldoví unida a los primeros movimientos para buscar una lista de consenso entre los dos sectores de los nacionalistas -ayer sin ir más lejos se volvió a producir otra toma de contacto- apuntan hacia la posibilidad de reeditar el acuerdo.

Frente a ese movimiento, los socialistas se resignan a continuar en la tercera posición y, al menos, mantener tanto el porcentaje de votos -algo menos del 20%- como el de escaños. Resistir frente a las turbulencias que se avecinan en las filas socialistas en el supuesto de un resultado adverso. Mientras que Ciudadanos, por su parte, se presenta a estos comicios con un reto: convencer a la gran parte de su electorado que viene de la derecha de su «acierto» a la hora de pactar con los socialistas, algo que el PP se encargará de remarcar en la campaña. Puede, sin embargo y a expensas de que se produzca un trasvase de votos muy grande, que el reparto de escaños se mueva muy poco. Estará en juego un diputado por Valencia, que será para la fuerza que más votos saque en esa provincia. Lo recupera la circunscripción en detrimento de León. Quizá el último de los tres que los socialistas sacaron en Alicante por un estrecho margen frente al PP. Y puede que el último de Castellón si el pacto encabezado por Compromís funciona y se lo puede arrebatar a Ciudadanos. Tres diputados en juego que pueden decantar una nueva hegemonía en la Comunidad con la abstención como árbitro. El PP y los socialistas están convencidos de la caída. El frente de izquierdas cree que puede movilizar para desbancar a los populares. Decidirán las urnas.

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