El presidente del gobierno en funciones, Mariano Rajoy, arrancó ayer su primer día de precampaña en Alicante y aprovechó todo cuanto pudo para situar su figura en un referente cultural de la provincia como es el Museo Arqueológico Provincial de Alicante (Marq), poner la mejor de sus sonrisas y sacar su faceta más tierna.

Empezó la jornada saludando a un grupo de turistas que le recibió con una ovación y al grito de «presidente» a las puertas del museo. Lejos de meterse directamente al acto del PP como era su objetivo se paró a hablar con ellos. Tendió la mano a los hombres y propinó besos a las mujeres, y todo bajo una nube de cámaras entre las que se encontraban las de los periodistas y las de los propios turistas.

Una vez dentro del museo y tras clausurar el comité de portavoces parlamentarios del PP, Rajoy hizo una visita por la herencia romana del Marq, donde alabó un antiguo pecio sumergido y una mano de bronce del siglo I d.C. con un águila bicéfala. De esta manera, Rajoy retomó el ritual seguido durante la campaña electoral del pasado 20 de diciembre de dar paseos tras los actos o mítines políticos.

Guiado por el director técnico del Marq, Manuel Olcina, Rajoy y otros populares conocieron los detalles de la mano de bronce romana en la que un emperador desconocido empuña una espada con un águila de dos cabezas, hallada en 2005 en el yacimiento de Lucentum y quizá, según le indicó Olcina, la principal pieza de la exhibición.

Atónito ante el pecio

Pese a que estaba prevista una visita breve, el interés mostrado por Rajoy le hizo detenerse y entretenerse en las particularidades de algunos objetos. Por ejemplo, quedó sorprendido con una sala didáctica en la que se recrea la diferencia entre lo que encuentran los arqueólogos cuando descubren los restos de un pecio hundido cargado de ánforas de aceite y especias, y la posterior reconstrucción del barco. Fue la segunda vez que Rajoy visitaba el museo alicantino después de que lo hiciera en 2009, cuando era líder de la oposición y acudió con motivo de una exposición junto al British Museum en el que se contó con el Discóbolo de Mirón.

A su salida, decenas de escolares aguardaban móvil en mano, ya que sabían, por el ambiente a evento, que alguien «famoso» había dentro. «Está el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy», les explicaron tanto sus tutores como los periodistas a los que preguntaron. Mientras Rajoy bajaba las escaleras que dan acceso a la entrada, algunos ya gritaban: «ahí, está ahí». Comenzó entonces una concatenación de «selfies» que el presidente acogió con la mejor de sus sonrisas, consciente también de que la cercanía con ellos recogida por las cámaras de los medios de comunicación «vende» humanidad en un político y más de cara a unas elecciones.

Alrededor de las 14:15 horas se dirigió al restaurante del Hotel Spa Porta Maris para disfrutar de un ágape. A la comida acudieron unas 30 personas ligadas al partido entre dirigentes nacionales -se encontraba Javier Arenas, además de Rajoy y Cospedal-, cargos provinciales y autonómicos, parlamentarios y jefes de prensa. De ahí volvió a la estación en coche oficial para volverse en AVE a Madrid, el mismo medio de transporte en el que llegó a Alicante.