La situación interna que atraviesa Podemos a todos los niveles en la Comunidad tiene sus orígenes en la falta de un claro liderazgo, una situación que ha ido empeorando con el paso del tiempo a causa de las sucesivas polémicas que han afectado a la formación morada en su escasa vida.

A nivel autonómico, la radiografía más estable en toda la Comunidad Valenciana, el «número uno», Antonio Montiel, intenta llevar los hilos del partido, aunque desde las bases le achacan falta de liderazgo y de carácter para construir una cúpula sólida que pueda servir de espejo para el resto de estratos de la formación en la provincia y en los distintos municipios. De hecho, entre las tibiezas de Montiel, los militantes más críticos con el secretario autonómico le echan en cara que mirase a otro lado cuando desde Alicante le alertaron del «pucherazo» que habían dado los oficialistas para hacerse con el mando del partido en la capital alicantina.

Esa reacción, sin embargo, contrasta con la firmeza mostrada estos días contra la única concejala de Podemos en Alicante, Nerea Belmonte, a la que pidió que dimita pocos días después que se conocieran los contratos adjudicados a una empresa afín. Y no sólo eso, sino que Montiel ha trasladado el «caso Belmonte» a la Comisión de Garantías autonómica para que tome una decisión sobre el futuro de la edil en Podemos. Belmonte forma parte de la corriente crítica contra los oficialistas, donde se incluye a Montiel.

Pero el principal problema de liderazgo de la formación morada está en el sur de la Comunidad. En la provincia de Alicante faltan referentes que aglutinen la voz de las bases y que sean el altavoz del partido. De hecho, la que fuera «número uno» de Podemos en las generales, Rita Bosaho, ha estado siempre en un segundo plano salvo las semanas que duró la campaña, en las que tuvo que dar un paso adelante por obligación, aunque sin convertirse nunca en una «imagen» sólida del partido.

Con todo, el principal problema de liderazgo de Podemos está en la capital alicantina. En la segunda ciudad de la Comunidad, los morados están ahora dirigidos por una inexperta gestora, que intenta enderezar el rumbo del partido tras el escándalo por el «pucherazo» que, tras meses de incertidumbre con cruces de resoluciones y recursos, acabó con la dimisión en bloque de la ejecutiva local días antes de la decisión de Madrid. Una gestora local en la que se incluyó a Nerea Belmonte a petición de las bases, que a día de hoy está más fuera que dentro.