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El conseller de distrito

Alcaraz se convierte en la imagen política del Consell en Alicante con el visto bueno de Puig y Oltra

Hace justo dos décadas, el hoy conseller de Transparencia, Manuel Alcaraz, fue elegido diputado en el Congreso. La única legislatura en la que estuvo en la Carrera de San Jerónimo fue muy dura desde el punto de vista político. Elegido como cabeza de lista de EU, Alcaraz acabó el mandato en el Grupo Mixto después de que los militantes de la corriente Nueva Izquierda -luego reconvertida en partido político- fueran expulsados de la coalición. Todo lo contrario ocurrió con la acción que Manuel Alcaraz fue capaz de desplegar desde su escaño. Recuperó la figura del diputado de circunscripción, con preguntas e iniciativas casi diarias sobre la situación de la provincia además de cultivar una relación directa y fluida con entidades de todas las comarcas. Un dato: en cuatro años registró más del 10% de todas las iniciativas que se llegaron a tramitar en el Congreso.

En el año 2000, Manuel Alcaraz dejó a un lado la vida política y retornó a la Universidad de Alicante. Doce años después, sin embargo, anunció su decisión de integrarse en Compromís a través de Iniciativa, el partido que lidera Mónica Oltra. Tras las elecciones autonómicas de 2015, este profesor de Derecho Constitucional fue uno de los dos alicantinos -junto a Rafa Climent, también elegido por Compromís- que entró en el nuevo gobierno valenciano de izquierdas. Y Alcaraz está aplicando a su iniciativa en el Consell la misma filosofía que utilizó durante su paso por el Congreso. Ha convertido un departamento de nuevo cuño y sin apenas medios -10 personas y sólo 26 millones de presupuesto, de los que la mitad van a Cooperación- en un centro de actividad política. Al encargo de poner cortafuegos a la corrupción para que los males de la etapa del PP no se repitan y de poner orden en Cooperación tras el saqueo de Rafael Blasco, Manuel Alcaraz sumó además las competencias de Participación. Una de esas áreas que pueden ser todo o nada, en función del interés y de las ganas.

Esa vía le ha abierto al dirigente de Compromís la posibilidad de ejercer un papel clave: convertirse en la imagen política del Consell en Alicante, la provincia que siempre necesita de un mayor esfuerzo de «reequilibrio territorial» -expresión que le gusta usar al conseller- en la Comunidad. Ese movimiento que ha llevado a Alcaraz, entre otras acciones, a mantener reuniones con entidades tan diversas como la OAMI o la Fundación CAM y a formar parte de las conversaciones, por ejemplo, para intentar sacar a la patronal Coepa de su grave crisis, cuenta con el beneplácito y el aval, obviamente, de la vicepresidenta Mónica Oltra, la jefa absoluta de Compromís con la que Alcaraz tiene gran sintonía desde los tiempos que ambos compartían proyecto en EU. Pero también, algo que llama notablemente la atención, del propio presidente de la Generalitat.

Ese visto bueno de Ximo Puig evidencia la ausencia de referentes socialistas de Alicante en el Consell pero también la desconfianza y la distancia -pública y notoria- del jefe del Consell con el secretario provincial del PSPV, David Cerdán, o con el alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri. La estrategia de Alcaraz, fundamentalmente, se centra en ejercer como correa de transmisión del núcleo Alicante-Elche, un polo de 600.000 personas ubicado en la quinta provincia de España, la más grande sin capitalidad autonómica. La visión del conseller, siempre la ha tenido y continúa a día de hoy creyendo en ella, es que todo esa metrópoli no puede sobrevivir en exclusiva clamando de forma permanente contra Valencia sino que debe generar sinergias y sus propias alternativas para disfrutar de oportunidades de crecimiento social y económico. Un mensaje claro: Alicante no mejorará si la Comunidad no mejora también. Y ese es el objetivo y la misión de Manuel Alcaraz.

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