Y mientras el futuro de Mariano Rajoy ya se ha convertido en una cuestión clave de la agenda política del PP, la organización popular en la Comunidad mira de reojo a todo lo que ocurre en Madrid. Lo hace a sabiendas de que todo lo que pase en Génova tiene un impacto directo sobre la salida a la crisis de los populares en la Comunidad. Una solución que el equipo que encabeza Isabel Bonig pretende orquestar a través de un congreso extraordinario que, de momento, todavía no tiene fecha aunque la intención es que se celebre, como máximo, antes del verano. Dirigentes populares admitieron ayer que el cónclave no se convocará en tanto no se despeje la gobernabilidad de España.

Eso significa que ordenar el futuro de Rajoy tendrá un impacto directo sobre ese congreso en el que se debe elegir una nueva dirección, cuadrar un proyecto político y articular, al margen de la normativa interna del PP, un sistema de participación con votación de todos los militantes. Al final, la marcha de Mariano Rajoy tendrá que reflejarse en un congreso nacional que debe celebrarse en los próximos meses con un nuevo equipo dirigente y con un liderazgo alternativo. Y dirigentes populares de la Comunidad temen que todo ese debate, a pesar de las promesas de Génova, acabe retrasando la decisión sobre el arranque del proceso interno del PPCV hasta el momento en el que se elija al sucesor de Rajoy.