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La cúpula del PP pide esperar al momento justo para dar el liderazgo de Rajoy por acabado

Dirigentes populares de la Comunidad admiten que la figura del mandatario está amortizada

El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, durante una visita reciente a la Marina. jose navarro

A estas alturas todo el mundo sabe en el PP que el liderazgo de Mariano Rajoy está finiquitado. Es imposible que el actual presidente del Gobierno en funciones pueda repetir en el cargo y su crédito electoral está por los suelos, como quedó claro en las generales del pasado 20 de diciembre. Así que aunque de puertas hacia fuera la posición de los dirigentes populares de la Comunidad y la provincia sea la de guardar las formas con una defensa de Rajoy, en privado la convicción de los notables populares es que el epílogo político del hasta ahora líder del PP está cercano, como ya han verbalizado todavía de una forma aislada algunos cargos como el vicepresidente de la Diputación de Alicante, Alejandro Morant, o el antiguo presidente de Murcia, Alberto Garre. La cuestión, como destacan de forma unánime en el PP, es que Rajoy debe dirigir los tiempos de su marcha en función de dos elementos: la gobernabilidad de España y el interés del propio partido a la hora de ordenar una sucesión en el próximo congreso.

Aunque la postura oficial que, por ejemplo lanzó Isabel Bonig, pasa por sostener el liderazgo de Rajoy, lo cierto es que, en estos momentos, lo único que queda por ordenar son los plazos de la marcha del actual presidente del Gobierno en funciones. Será a lo largo de los dos próximos meses en el caso de que su pieza sea parte de un acuerdo de gobernabilidad. «Como hicieron Mas y Puigdemont», sugirió de forma gráfica un mandatario popular. En mayo si es que la falta de pactos aboca a unos nuevos comicios y la presión obliga a Rajoy a retirarse como cartel electoral. O después de esa cita con las urnas, una opción que muy pocos contemplan, cuando se consume que el PP no tiene ni votos ni socios para formar gobierno. Más allá de esas opciones, nadie le ve recorrido a la figura de Rajoy. No le queda otra.

A día de hoy, por tanto y como reconocen la mayoría de cargos consultados, el problema es que precipitar la marcha de Rajoy y abrir ese melón en estos momentos no favorece al PP. Y no sólo eso sino que, además, mina sus opciones de negociación en el Congreso. Al menos, así lo creen los notables populares. En público, de hecho, el «argumentario oficial» continuará siendo el de mantener a Rajoy aunque sea con respiración asistida hasta que sea el momento justo de poner otro liderazgo encima de la mesa. Iniciar ahora esa batalla es ofrecer una imagen de «debilidad absoluta».

Para eso tendrán que hacer frente a los discursos que empezarán a surgir de «versos sueltos» como el PP considera a Alejandro Morant, un clásico de las intervenciones en las redes sociales al margen de lo políticamente correcto; o del «rencor» en el que se enmarca la intervención del murciano Alberto Garre, que ahora le pasa la factura a Rajoy tras relevarle en los comicios autonómicos. La cuestión, como apuntan dirigentes populares, es hasta cuándo podrá la cúpula popular contener ese clamor, hasta aquí larvado, que pide la marcha de Rajoy.

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