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La extraña pareja

El presidente popular de la Diputación y el alcalde socialista de Alicante refuerzan su buena sintonía personal

La extraña pareja

Obviamente, no son Jack Lemmon y Walter Matthau, pero sí forman una extraña pareja, al igual que los dos actores estadounidenses en la conocida película de Saks de 1968. Por los vaivenes, paradojas y «extrañas compañías de cama» de la política, el presidente de la Diputación Provincial, el popular César Sánchez, y el alcalde de Alicante, el socialista Gabriel Echávarri, mantienen y renuevan una alianza tácita y expresa por su buena sintonía personal -a pesar de sus respectivas militancias-, por su colaboración en asuntos de calado como Suma, el Adda y la zona franca del puerto y por otro denominador común a la contra: sus diferencias con el presidente de la Generalitat, el también socialista Ximo Puig.

Las recientes declaraciones de Echávarri en las que el primer edil rechazaba el «decretazo» del Consell para recortar las competencias de la Diputación en turismo y deportes son el último ejemplo de ese buen entendimiento con César Sánchez, quien, al mismo tiempo, batalla con la Generalitat y se plantea llevarla a los tribunales por considerar que Puig «invade sus competencias» y «quiere liquidar» las instituciones provinciales. «Yo soy partidario de la soberanía [de las diputaciones]», declaró Echávarri el pasado día 15 tras recibir a Sánchez en el Ayuntamiento.

Una muesca más en la larga serie de desencuentros entre el alcalde de Alicante y el líder del PSPV en un momento en que Puig intenta limitar el poder de las diputaciones con el argumento de la eficacia y la superación de las duplicidades, pero con la intención de fondo de desactivar cualquier intento del PP de rearmarse políticamente desde las dos corporaciones provinciales que gobierna -Alicante y Castellón-, sus dos mayores bastiones tras el descalabro del 24-M. Una debacle que se vio atenuada por el buen resultado de los populares el 20-D para inquietud en el alto mando de los socialistas valencianos, donde escuece, y mucho, la decisión del PP de la Diputación de autodenominarse «gobierno provincial».

Además del choque por el decreto turístico, Echávarri ya evidenció su distanciamiento del jefe del Consell a finales del pasado año en sendos actos organizados por la Oami, a los que acudió Puig y faltó el alcalde, pese a tratarse de una de las instituciones europeas más importantes afincadas en España y con sede en Aguamarga. El primer edil no fue al cóctel de Año Nuevo de la Oami, mientras Puig declaraba en el acto que la Oficina europea es «la puerta de entrada de la Comunidad a la UE». Pocos días antes tampoco acudió a la presentación del estudio de la UA sobre el área metropolitana Alicante-Elche.

Tampoco ha habido entendimiento entre los dos líderes socialistas sobre la dirección del Puerto de Alicante. El primer edil recibió con frialdad el nombramiento como nuevo presidente de la autoridad portuaria de Juan Antonio Gisbert, exdirector de la Oficina del Candidato Ximo Puig en Alicante en la campaña de las autonómicas. Al mismo tiempo, el Consell decidía excluir a la Diputación del Consejo de Administración del Puerto. «Es una actitud poco dialogante que demuestra el escaso talante conciliador del gobierno valenciano», respondió César Sánchez, que finalmente fue readmitido en el consejo portuario, aunque no acudió a su última reunión hace 10 días.

Fuentes socialistas reconocen que las diferencias entre Echávarri y Puig vienen de atrás y que ahora el alcalde aprovecha cualquier oportunidad para «ajustar cuentas pendientes». En esa estrategia se incluye su buena relación política y personal con el presidente de la Diputación, que se pone de relieve en el fondo y en las formas: desde la primera visita del primer edil al palacio provincial en junio hasta la devolución de la cortesía por parte de César Sánchez el 15 de febrero.

Más allá del protocolo, Echávarri y Sánchez han llegado a acuerdos sobre la oficina provincial de gestión tributaria, Suma, la zona franca del Puerto y el uso compartido del Auditorio Provincial (Adda). Tras crear en septiembre mesas de trabajo conjuntas para estas tres líneas de actuación, el alcalde y el presidente del «gobierno provincial» firmaron en Fitur un acuerdo para que el edificio del Adda en Campoamor pueda ser utilizado como sede de congresos, convenciones y reuniones por el Ayuntamiento.

De modo que «la extraña pareja» no sólo va de la mano en asuntos de gestión pública, sino también para plantar cara, siempre que pueden, al mismísimo presidente de la Generalitat. «Contra Puig vivimos mejor», parecen pensar.

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