La cúpula regional del PP lanzó ayer un mensaje nítido a Génova: el próximo líder del partido en la Comunidad ha de elegirse, sí o sí, mediante primarias. Los populares valencianos aprovecharon su Junta Directiva de ayer para presionar a la dirección nacional y promovieron una votación en el cónclave para trasladar una imagen de unidad a Madrid. Y les salió bien. Todos los dirigentes allí presenten apoyaron por unanimidad la necesidad de celebrar un congreso extraordinario que sirva para lavar la imagen de una formación manchada por la corrupción desde hace años.
Ese gesto no fue baladí. En gran medida, porque se realizó bajo la atenta mirada del vicesecretario de Organización del PP, Fernando Martínez Maíllo, presente en la sala. El número tres del organigrama popular avaló el congreso extraordinario, aunque eludió valorar la posibilidad de que todos los militantes tengan voto en el cónclave extraordinario. Básicamente, porque los Estatutos del partido no recogen por ahora esa posibilidad. El PP de la Comunidad, sin embargo, estudiará la fórmula para cumplir con su reglamento interno y, a la vez, poder impulsar un procedimiento que dé protagonismo directo a las bases.
Y es que a día de hoy el PP es el único gran partido que ha esquivado las primarias. Al menos, en la Comunidad. Tanto el PSPV, como Compromís, Podemos, Ciudadanos y EU sí dieron voz a sus militantes y algunos de ellos incluso también a los simpatizantes. Los populares, sin embargo, no quieren llegar tan lejos. Quieren arbitrar un mecanismo para que voten únicamente los afiliados.
La última palabra la tendrá Génova. Entre otros aspectos, deberá decidir dos cosas. La primera, si avala esas primarias. Y la segunda, cuándo se celebra el congreso extraordinario. Esta última incógnita se despejará en las próximas semanas. Si los partidos consiguen ponerse de acuerdo en Madrid y se conforma un nuevo Gobierno, la cita llegará previsiblemente antes del verano. Pero si, por el contrario, las posturas se enquistan y se deben celebrar nuevas elecciones, el congreso se retrasará. «Es pronto para hablar todavía de fechas», sentenció ayer un notable popular.
La Junta Directiva Regional de ayer dio para más. Tanto la presidenta del PP en la Comunidad, Isabel Bonig, como el propio Maíllo dedicaron buena parte de sus discursos a censurar la corrupción, aunque no hicieron ni una sola mención directa a la exalcaldesa de Valencia y ahora senadora Rita Barberá, ni al diputado en el Congreso Gerardo Camps. Sus nombres aparecen en el sumario de la Operación Taula, pero al estar aforados todavía no se ha adoptado ninguna medida contra ellos. Ambos, por cierto, forman parte de la Junta Directiva Regional. Pero, ¿acudieron ayer a la cita? No. La primera ha esquivado cualquier acto público desde que su nombre apareciera en la investigación, mientras que el dirigente de Benidorm declinó participar después del malestar que se generó en el partido al acudir el pasado sábado a un acto del PP en Alicante.
Cuando Bonig y Maíllo terminaron de hablar se abrió un turno de intervenciones. Hubo cinco. Una de ellas, del exconseller de Educación Alejandro Font de Mora. Se mostró muy crítico con la dirección nacional y lamentó la falta de apoyo que recibieron los populares de la Comunidad durante la pasada legislatura en asuntos tan sensibles como el agua o la financiación autonómica. Denunció, en resumen, la falta de empatía de la cúpula del PP con la Comunidad.
Otro de los que tomó la palabra fue el presidente de la formación en Alicante, José Císcar. Le ofreció a Bonig el apoyo de la provincia y reclamó, como ya hiciera el pasado sábado, la implantación de las primarias. Su homólogo en Valencia, Vicente Betoret, agradeció a la presidenta regional del PP y a su número dos, Eva Ortiz, que hayan dado la cara en pleno escándalo de la Operación Taula.
