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El PP se asoma al abismo

Los populares de la Comunidad deben pedir el congreso con la situación de Rita Barberá sin resolver

Una imagen de la comparecencia de Isabel Bonig junto a Eva Ortiz y los tres dirigentes provinciales. J. C. Cárdenas (EFE)

Llega una semana clave. Una reválida para Isabel Bonig y los barones provinciales del PP, decididos a mover ficha y cuadrar un movimiento que les apuntale al frente de la nave popular antes de que la ola también les acabe arrastrando a ellos. Pero lo cierto es que la cúpula popular afronta los días previos a la reunión de la Junta Directiva en la que se debe aprobar la solicitud del congreso extraordinario congreso -probablemente la cita se celebre el jueves o el viernes- con demasiados cabos sueltos. La situación de Rita Barberá -una imagen de tal calibre que condiciona cualquier resolución- está todavía sin resolver, las diferencias con Génova a la hora de abordar este asunto crecen y, frente a eso, la posición del PP de la Comunidad es de una urgencia absoluta. Caminan hacia el abismo, dicen. Con opciones todavía de poder cambiar el rumbo pero, ojo, insisten en que o los movimientos se ejecutan con rapidez o, de lo contrario, el escenario se complicará. Y será cada vez más difícil poder esquivar ese precipicio.

La cúpula del PP de la Comunidad se ha pasado la semana presionando a Génova para que tome medidas. Especialmente con Rita Barberá. Los contactos han sido permanentes. La figura de la que fuera alcaldesa de Valencia es un símbolo que tapa cualquier «contrataque». En la cúpula regional entienden que con el blindaje de Rita Barberá en la Diputación Permanente del Senado, Madrid ha adoptado una salida errónea. Y así lo han trasladado en esas conversaciones. Pero lo cierto, señalan, es que la resolución que tome la Junta Directiva Regional del PP sobre la convocatoria del congreso no será creíble si si la ahora senadora no da un paso atrás... O se lo hacen dar desde la ejecutiva nacional.

El problema, apuntan estas mismas fuentes, es que en Madrid están paralizados por el complicado escenario que se le abre a Mariano Rajoy. La celebración del congreso extraordinario en la Comunidad cuenta con el aval de Génova. Pero en los contactos que se han producido esta semana tampoco se han puesto sobre la mesa fechas para su celebración. Como adelantó este periódico, la voluntad de la cúpula regional del PP es que el proceso culmine antes del verano. Una de las cuestiones clave es la «democratización» del PP, una formación en la que hasta ahora prima el «dedazo» y la falta de participación de la militancia. En la dirección popular entienden que ese congreso extraordinario debe aprobar un sistema de primarias para la elección de los órganos de dirección y la selección de candidatos. Incluso que se aplique sin tener que esperar a que lo autorice Génova en el próximo cónclave nacional que, con toda probabilidad, se convocará una vez que se desvele la incógnita sobre la posibilidad de que se pueda acabar formando gobierno o, por el contrario, la inestabilidad política de España aboque a unas nuevas elecciones.

Para poder sortear ese problema, tanto en la propuesta de primarias como en otras cuestiones que están sobre el tapete -cambio de siglas, discurso político, regeneración democrática...-, los populares estarían dispuestos a utilizar otros «nombres» para evitar el conflicto. Pero lo cierto es que, en estos momentos, Génova todavía no ha dado su opinión sobre el contenido del congreso. Únicamente se ha comprometido a celebrarlo pero sin poner la fecha. Así que, a día de hoy, la formación tiene una ejecutiva con un liderazgo provisional -Bonig fue elegida «a dedo» por Rajoy como sustituta de Fabra-, una dirección atenazada para intentar «lavar» la imagen del PP mientras Génova evita tomar decisiones contundentes y sin poder lanzar un discurso nuevo como proyecto de Comunidad, algo que la cúpula regional también pretende introducir con un documento en ese próximo congreso regional extraordinario.

Pero es que, incluso, los populares tienen además otro problema más grave por resolver: la crisis que lastra sus movimientos en las grandes ciudades. En Valencia, muy posiblemente, en esa Junta Directiva de finales de semana se nombrará una gestora que tendrá por delante una dura tarea. Los populares valencianos están dispuestos a quedarse sin concejales. Quieren apartar a todos los ediles implicados en la «Operación Taula», aún a riesgo de quedarse sin representación. No tomar esa decisión drástica, señalan, sería contraproducente y dejaría la credibilidad por los suelos. Pero es que, a su vez, el PP de la ciudad de Alicante tiene bloqueado el nombramiento de una dirección provisional hasta que no se produzca el relevo en Valencia. A eso hay que sumar, señalan desde la cúpula regional, el final del liderazgo de Mercedes Alonso en Elche y a su vez el escenario que se abre en el PP de Castellón sin nadie capaz de tomar el mando.

Los populares de la Comunidad están seguros de que tienen mimbres para poder revertir la situación. La organización continúa siendo potente y con una base muy importante. Pero sin soluciones rápidas y urgentes, el PP de Isabel Bonig aparecerá durante muchos años como una formación vinculada a la corrupción y sin capacidad de reacción para poder responder. Llegados a ese punto, la cúpula regional del PP se enfrentaría al abismo y tendría muy complicado recuperarse. En el pecado, está la penitencia.

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