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El debate de la marca turística: ¿armonizar o colonizar?

El decreto reedita la pretensión del Consell de asumir el control integral de la política turística

El presidente de la Diputación, en Fitur'16 rodeado de enseñas de la marca turística autonómica. información

El anuncio del presidente de la Generalitat, Ximo Puig, de regular por decreto y asumir competencias turísticas de la Diputación Provincial es polémico pero no nuevo. De hecho, los intentos de los sucesivos gobiernos autonómicos de tomar el control de un sector tan estratégico para la Comunidad como es el turismo son tan antiguos como el propio Consell. Eso sí, la nueva iniciativa que pretende aprobar el ejecutivo el próximo viernes supone un «salto cualitativo» con respecto a anteriores iniciativas desde el momento en que, en aras a una mayor coordinación, plantea también el control presupuestario de las diputaciones en esta materia («... La financiación de las actividades se hará con cargo a los Presupuestos de la Generalitat y de las diputaciones). ¿Armonizar o colonizar? Éste es el debate.

Cuando Puig defendió el pasado jueves en las Cortes que debe haber una coordinación entre la Generalitat y las diputaciones sobre turismo, pues «no es razonable» que cada uno «vaya a la suya» en esta materia, buena parte del sector y el arco parlamentario leyeron entre líneas que el Consell ultima una nueva «marca paraguas» para el conjunto de la oferta turística de la Comunidad.

Esta estrategia de armonizar, «dar coherencia y evitar duplicidades», como la define el secretario autonómico de Turismo, Francesc Colomer, también cuenta con antecedentes de nulo éxito y mucho rechazo en la provincia de Alicante. El más sonado tuvo lugar entre 1991 y 1993 cuando el entonces conseller socialista de Turismo e Industria, Andrés García Reche, impuso al sector la marca Mediterrania como reclamo global para Alicante, Valencia y Castellón.

Menos fortuna aún tuvieron los intentos del último Consell del popular Alberto Fabra de intentar consolidar otras denominaciones genéricas como «Land of Valencia» y «Valencia Región», ampliamente rechazadas por profesionales, expertos y empresarios turísticos, especialmente en Benidorm y la Costa Blanca, los dos grandes centros neurálgicos del turismo en esta Comunidad.

Aunque el sector turístico de la provincia expresó ayer en estas páginas su predisposición al diálogo y a tener voz propia en la nueva estrategia del Consell, los empresarios no están por la labor de respaldar una nueva «marca paraguas», tal y como también dejó entrever Colomer poco antes de Fitur 2016 cuando habló de una asignación de 400.000 euros para un estudio técnico al respecto.

«Tenemos marcas muy reconocidas que ya están ahí como Benidorm, Costa Blanca, Castellón y Valencia Tierra y Mar», declaró ayer el presidente de la patronal hotelera de Benidorm (Hosbec), Antonio Mayor. «No es necesario que descubramos la pólvora con otra macromarca, que lo que puede conseguir es enredar otra vez y marear». No obstante, Mayor también es partidario de esperar a conocer al detalle la nueva estrategia turística del Consell, «aunque no tenemos que perdernos en nuevos inventos». Los empresarios y profesionales de la provincia ya dejaron ver su desacuerdo con la línea de la reciente edición de Fitur en Madrid por un exceso de «uniformidad» en todos los estands de la Comunidad y un defecto de singularidad o diferenciación de destinos tan reconocibles como Benidorm, Torrevieja y Alicante.

En el plano político, el rechazo del PP a la nueva estrategia del Consell ha sido frontal. «Es absurdo que quieran rebajar la potencia de marcas como Benidorm o Costa Blanca cuando la diversidad de la oferta y de reclamos turísticos en la Comunidad es tan amplia», explicó Carlos Castillo, vicepresidente y portavoz en la Diputación. «Esta provincia tiene suficientes elementos diferenciadores como su aeropuerto con capacidad para 20 millones de pasajeros, la conexión con el AVE y destinos como Benidorm y Torrevieja que configuran un modelo turístico propio. Entonces, ¿por qué no tener una estrategia promocional también diferente?».

Castillo mantiene que una política «restrictiva y centralizadora» por parte del Consell en la promoción turística puede «cercenar» las posibilidades de crecimiento de la economía alicantina. «Si los turistas del norte de Europa nos eligen para sus tratamientos de salud porque tenemos mejores clínicas y precios que Málaga o Barcelona», plantea, «no tiene sentido que restrinjan nuestra estrategia de potenciar el turismo socio-sanitario y nos impidan crecer».

Con todo, las injerencias del Consell en las políticas turísticas de Benidorm y la Costa Blanca han sido una constante desde el nacimiento de la propia comunidad autónoma. Aunque el centro financiero y político se situó lógicamente en Valencia, los principales expertos y profesionales del turismo han estado siempre en Benidorm y Alicante, como subrayan fuentes de la patronal hotelera benidormense. «Nuestra ciudad es conocida en todo el mundo; la Comunidad Valenciana como marca, no lo es», subrayan.

La tentación de acaparar el control turístico desde la capital autonómica se suavizó durante el mandato al frente de la Generalitat de Eduardo Zaplana, buen conocedor de ambas realidades -la turística y la institucional-, aunque incluso su subsecretario de Turismo, Roc Gregori, participó de algún intento centralizador, pese a ser también de Benidorm. De hecho, sí consiguieron ese propósito a finales de los noventa cuando agruparon toda la oferta del interior en las sucesivas ediciones de la feria Introturística.

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