La tránsfuga alicantina de Podemos, Covadonga Peremarch, ocupó ayer su nuevo escaño en las Cortes tras la sanción que le impuso el partido por el supuesto pucherazo en las primarias de Alicante. Sentada sola entre Ciudadanos y el PP como miembro del grupo no adscritos que durante la pasada legislatura ocupó, entre otros, Rafael Blasco tras su expulsión de las filas populares, Peremarch defendió su inocencia porque «no hay nada legal ni jurídico» contra ella y tampoco «se ha demostrado nada» dentro del partido. Llegó a justificar su decisión de mantener su acta. «Sigo defendiendo lo mismo por lo que me presenté a diputada», remachó.

«Yo sigo defendiendo mi inocencia, estoy como diputada no adscrita y estoy trabajando. Estoy en la Comisión de Igualdad y sigo solicitando a la Mesa todos los procedimientos para poder llevar a cabo mis funciones», dijo la diputada, que confirmó su expulsión del grupo de Podemos pero que, según dijo, no ha recibido «ningún tipo de confirmación» respecto a su salida oficial del partido. Según recalcó Peremarch, entró en Podemos por una causa y sigue en las Cortes «por esa misma causa», la del cambio político, aunque admitió, al ser preguntada sobre si es un escenario incómodo para ella, que ahora «es una situación distinta» porque tiene 25 años y «esto es muy nuevo». «Intento llevarlo lo mejor posible con el mayor compañerismo y el respeto, que es lo más importante», aseveró.

Justificó, incluso, su decisión de mantener el acta y convertirse en una tránsfuga. «Teniendo en cuenta que no hay nada legal ni nada jurídico contra mí y que, además, no se ha demostrado nada por lo que se me acusa dentro del partido yo, aunque he acatado la decisión de Podemos, sigo defendiendo mi inocencia», apuntó. «No hay ningún tipo de incompatibilidad con la ética», zanjó la parlamentaria no adscrita.