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Conversaciones con una segunda intención

El expresidente Joan Lerma es uno de los defensores en las filas socialistas del acuerdo con Compromís

Las conversaciones de los negociadores socialistas con Compromís y con IU tienen una segunda intención: alimentar las diferencias dentro del grupo morado sobre la investidura de Pedro Sánchez y atraer a Podemos al acuerdo. Hace unos días, durante una cena en Madrid, se trazó la estrategia de acercamiento a Compromís. Muy simbólica en tanto que la formación que lidera Mónica Oltra concurrió en coalición a los comicios con los de Pablo Iglesias. Pero Compromís, como Oltra se cansó de decir, no es Podemos. La actitud de los del círculo de esquivar la negociaciación, ha convertido en estratégicos los cuatro votos de la coalición valenciana. Y, precisamente, uno de los dirigentes del puño y la rosa que es más favorable a ese acercamiento es el exjefe del Consell, Joan Lerma, actualmente en el Senado y vicepresidente de la Cámara Alta.

Fue, de hecho, el propio Pedro Sánchez el que telefoneó a la vicepresidenta Mónica Oltra para que participara en la primera reunión. Y, posteriormente, los socialistas han dado máximo rango a los contactos con los valencianistas, socios en la Generalitat y en decenas de municipios. A Compromís le ha venido la maniobra como anillo al dedo: visibilidad frente a Podemos e imagen de que puede decidir en asuntos decisivos para la Comunidad. «Habrá que darles algo...», apuntan fuentes socialistas sobre las conversaciones con los valencianistas para los que, en todo caso, la cuestión de la financiación autonómica y de la mejora de la situación financiera de la Comunidad es decisiva.

El papel de Compromís ya le ha creado problemas a Pablo Iglesias. En Cataluña se han generado críticas contra En Comú Podem -formación en la que sólo hay un diputado morado- por no haber seguido el camino de los valencianistas y los de Ada Colau empiezan a apuntar que sería necesario un acuerdo con los socialistas. Recelan de volver a presentarse a unos comicios con el referéndum como bandera pero sin nadie con el que negociar. Los gallegos de En Marea -grupo controlado por los nacionalistas de Anova- quieren una relación preferente con el nuevo gobierno al margen de Podemos, en cuyo grupo también están integrados. Así que ahora Pablo Iglesias deberá mover ficha.

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