El tsunami que ha supuesto para el PP en la Comunitat Valenciana la operación Taula ha abierto una profunda reflexión en la cúpula de la organización que, tal como anunció la propia Isabel Bonig el pasado viernes, pasaría por una profunda refundación. Los populares valencianos consideran que este proceso de renovación no puede quedarse en un mero maquillaje, sino en un cambio profundo que, además, permita al PP presentarse ante los valencianos como un partido con margen de maniobra respecto de Madrid. Para ello, apuntan desde la calle Quart, sede del PPCV, habría que convocar un congreso extraordinario que fortifique la organización de cara a la próxima cita con las urnas.

El PPCV estaría incluso planteándose un cambio en las siglas, de tal manera que el partido se vincule directamente con la defensa de los intereses de la Comunitat Valenciana, algo similar a lo que sucede entre los socialitas de Cataluña (PSC) y el PSOE. El propósito es lanzar un mensaje de valencianismo y de confluencia con las señas de identidad. Desde la dirección del partido recuerdan que los populares sacaron sus mejores resultados electorales cuando lograron asumir el discurso de Unión Valenciana y presentarse como un partido volcado en los intereses de la Comunitat.

Los escándalos de corrupción, y en concreto el caso Imelsa, han significado un duro mazazo a la organización que en pocas horas ha visto cómo quedaba desmantelado el partido en el 'cap i casal'. El PPCV ya ha anunciado, con el respaldo de Génova, una gestora, pero en el partido que dirige Isabel Bonig creen que se debe ir más lejos.

El PP valenciano se encuentra en una encrucijada ya que el horizonte, dada la situación nacional, es de muchos meses de provisionalidad. Por ello, en la cúpula regional hay acuerdo en que debe celebrarse cuánto antes un congreso extraordinario que permita dar voz a la militancia y renovar los órganos directivos con caras nuevas, pero con el aval de las bases.

Con todo, el PPCV carece de potestad para celebrar un congreso extraordinario. Necesitaría el visto bueno de Génova. Algunas organizaciones como la gallega ya lo intentaron tras la debacle electoral de las autonómicas. Pero la respuesta de Madrid fue esperar a las elecciones generales. Así pues, el principal escollo para el partido que lidera Isabel Bonig es el bloqueo en el que se encuentran las formaciones políticas nacionales, pendientes de formar gobierno en España, lo que provoca que el horizonte para la celebración de un congreso se vaya a varios meses vista. Quizás otras organizaciones pueden esperar, pero en la Comunitat Valenciana cada vez son más quienes opinan que, ante la situación «diabólica» en la que se encuentran, urge dar un golpe de timón y de ruptura.

La preocupación entre los populares valencianos y sus principales dirigentes es máxima. Consideran que o hay una ruptura clara o el partido se quedará sin espacio político. Y para ello es necesario marcar distancias con Génova, lograr cierta independencia. Eso sí, el PPCV no romperá con Madrid. Esta cuestión no está encima de la mesa.

Isabel Bonig no está sola. Tiene el apoyo de la cúpula directiva, pero también de las estructuras provinciales. Tanto el presidente del PP en la provincia de Valencia, Vicente Betoret, como sus homólogos en Castellón y Alicante, Javier Moliner, y José Císcar, respectivamente, así como la coordinadora general, Eva Ortiz, están de acuerdo en la necesidad de una refundación. Unos tienen más prisa que otros, pero existe acuerdo en que más pronto que tarde deben elaborar su propuesta, un nuevo modelo de partido que Génova no pueda rechazar.