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«Hice lo que pude para apartar la corrupción y ahora se ve que debí ser más duro»

El expresidente de la Generalitat reflexiona sobre el último escándalo de corrupción del PPCV

El expresidente de la Generalitat Alberto Fabra, momentos antes de la entrevista. GERMÁN CABALLERO

¿Qué fue primero que le pasó por la cabeza cuando supo de la operación Taula?

Sentí mucha vergüenza. Ver que hay personas que entienden que la política no es la vocación de servicio público y que han creado una supuesta red para beneficiarse personalmente produce asco.

El caso Imelsa estalló antes de elecciones con usted de presidente. Decidió expulsar a Alfonso Rus. Visto lo visto, ¿se quedó cortó con su expulsión?

Cuando llegué a la presidencia de la Generalitat vi dos cosas que afectaban: una era la situación económica y otra la situación de los procesos judiciales que asociaban al partido y a la Comunidad con la corrupción. Las dos cosas debían tratarse con rigor, sin margen de dudas, yendo a por todas. En el tema de la corrupción había que ser inflexible. Por eso, se mantuvo un criterio: que cuando una persona estaba siendo investigada debía de dejar de formar parte del partido porque si no, no podíamos generar confianza a los ciudadanos. Había que distinguir responsabilidad judicial y política. Y eso en algunos casos, no fue entendido. Pero había que hacerlo. Las personas imputadas había que dejarlas al margen. En el tema de Imelsa, cuando hubo las primeras grabaciones es cuando se actuó y sin esperar a la imputación. La gravedad de la situación lo exigía.

¿En qué momento tuvo conocimiento de lo que estaba pasando en el caso Imelsa?

Me gustan las cosas ciertas y me baso en hechos reales. Aquí se actuó cuando llegó la grabación. Si tuviéramos que basarnos en cotilleos o dimes y diretes no quedaríamos ninguno porque al final siempre hay envidias y recelos. Se actuó con los indicios. Yo no tenía conocimiento más allá de las habladurías de algunos, como muchos otros casos. Se sabía que se abría una investigación sobre Imelsa , que pasaba algo. ¿El qué? No se sabía. No soy de las personas que van preguntando y queriendo saber más allá de los datos objetivos.

Alguien podría decir: y una vez salen las grabaciones, ¿por qué no se abrió una investigación interna en el partido, por ejemplo?

Es muy complicado saber algo. Yo estuve con el señor Rus una semana antes de que aparecieran las cintas, me fui a hablar con él, cara a cara, como estamos ahora usted y yo. Y le dije: «cuéntame, ¿qué has hecho?». «No he hecho nada, y no tengo nada que ocultar», me dijo. ¿Y qué haces? Si le preguntas a las personas, ¿qué te van a decir? Otra cosa es crear comisiones dentro de la administración. No puedes, a no ser que sea con un acuerdo plenario. Cuando ha habido algún problema o sospecha y se habló con las personas involucradas, todas me decían que ellos no habían hecho nada.

Era notorio que usted no tenía una relación política buena con Rus. ¿No le era de fiar?

Había temas que no compartía con él. Tuve desavenencias cuando quería ser presidente del Valencia CF. Le dije que no podía ser. Una persona tiene que centrarse en una responsabilidad. Él era presidente de la tercera diputación más importante de España, alcalde de Xàtiva, diputado en Cortes y empresario. Llevaba a gala querer compaginarlo todo. Tuve desencuentros, cogiendo el teléfono y trasladándoselo personalmente. Y había declaraciones que no ayudaban en nada a la necesaria tranquilidad que necesitaba el partido en momentos tan difíciles como los que se viven ahora.

Usted puso una línea roja contra la corrupción. ¿El tiempo le ha dado la razón?

No sé si me ha dado la razón, pero sí sé que había que ser muy exigente con las personas que se dedican a la vida política y diferenciar la responsabilidad judicial de la política. Y eso es lo que yo venía a decir. Y había que escoger un criterio y éste era que cuando una persona está en un proceso judicial investigada hay que actuar contra ella, apartándola. En un partido hay muchas personas que pueden hacer ese trabajo, igual de bien que su antecesor. Eso generó recelos. ¿Por qué? Porque hasta entonces se estaba manteniendo otra línea. Los estatutos decían que la línea era la sentencia firme. Pero es que el momento exigía dar un paso más porque si no perdíamos la confianza en la gente y es lo que ha sucedido. Cuando una organización está salpicada por casos de corrupción, la gente no quiere saber nada de ella. Hubo personas que no quisieron entenderlo. Había que dar un paso más, salvaguardar la imagen del partido frente a todo.

¿Hasta qué punto tuvo presiones para abandonar ese criterio de mano dura?

Hubo muchas presiones y tensiones, pero soy de los que al final se queda con lo positivo.

¿Presiones del partido o también de fuera?

De fuera, no; del partido. Y no de todo. Cuando iba a los actos, especialmente la gente de Nuevas Generaciones lo que quería era caña, me pedían mano dura. Nadie se siente cómodo en un partido que tiene el foco por casos de corrupción. No es justo que a uno lo tachen de corrupto por culpa de otros. Es curioso, había un enfrentamiento: la gente de a pie me decía «¡sigue por ahí!» y otros, en cambio, que no podía ser.

¿Con más apoyo, hubiera ido más lejos en sus líneas rojas para apartar la corrupción en el PP?

No sé. Hice lo que pude en momentos de mucha dificultad y asumiendo las críticas, pensando que había que salvaguardar la imagen de la Comunidad, del partido y, también, de la política. Afortunadamente, se ha podido ver que incluso había que haber sido más duro, más estricto.

Pone la mano en el fuego por alguien.

En estos momentos, no pongo la mano en el fuego por nadie. Sólo por mis hijos y por mi familia, y a lo mejor no por toda. Han sucedido cosas que pensábamos que no podían afectar a ciertas personas. A pesar de defender la presunción de inocencia, yo sé lo que hice, lo que intenté hacer en pro del partido y soy responsable de lo que hice. Tengo la conciencia muy tranquila.

El partido ahora se ha puesto muy duro. Bonig ha dicho que si Barberá o Gerardo Camps son imputados deben dejar el acta ¿Está de acuerdo?

Sí, lo creo ahora y lo creía hace tres años cuando eran pocos los que los podían creer. Es que no hay margen de confianza, es que estamos bajo mínimos.

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