Las llamadas líneas rojas de Alberto Fabra contra los imputados marcaron una etapa en el PP valenciano en el que resultar imputado (investigado, según el actual código penal) obligaba al afectado a dejar sus cargos orgánicos y de responsabilidad al frente de las instituciones. Sin embargo, había un limite a la petición de responsabilidades: el acta. La cúpula regional argumentaba que el escaño era personal y que no se podía obligar a nadie a renunciar al mismo. Sólo se forzó en una ocasión: con el exconseller Blasco al que se le empujó a irse al grupo mixto en las Cortes. Las cosas, sin embargo, han cambiado. La nube negra de la corrupción, que persigue al PP valenciano, ha movido las líneas rojas de Fabra hacia delante y la cúpula regional con Isabel Bonig a la cabeza está dispuesta a ejercitarla y, llegado el momento, reclamar sus escaños al alicantino Gerardo Camps y a Rita Barberá.

Uno como otro están en el foco mediático a raíz de la macroredada efectuada el martes y que se ha saldado con la detención de 24 personas, entre ellos, exdirigentes del PP de la provincia de Valencia y personas próximas a la exalcaldesa. La investigación apunta al actual diputado nacional por Alicante Gerardo Camps y a la actual senadora territorial, si bien no hay confirmación oficial de que estén siendo investigados. Ambos son aforados y, como tales, si existen indicios de su implicación, el juez debería inhibirse y trasladar el caso al Tribunal Supremo.

Esta circunstancia no se ha producido. Tampoco se ha interrogado a ninguno de ellos ni efectuado registro en sus domicilios. Gerardo Camps ha salido al paso ante la prensa defendiendo que nada tiene que ver con la causa que se le imputa. Barberá, por su parte, guarda silencio, mientras los suyos contienen el aliento. La preocupación es máxima no sólo a nivel regional. La exalcaldesa mantiene una relación personal con Rajoy, quien en público siempre la ha agasajado. Ayer, siguió defendiéndola, si bien desde la prudencia de que el sumario está bajo secreto.

Barberá, además, fue uno de los apoyos claves en la carrera de Isabel Bonig, presidenta regional del PP, para suceder a Alberto Fabra. Ambas han trazado complicidades desde hace tiempo y la exalcaldesa fue una de sus principales valedoras ante Rajoy. Sin embargo, según diversas fuentes, Bonig no está dispuesta a inmolarse por Barberá y, si resulta salpicada, tomará medidas contundentes, según las citadas fuentes. Esta vez, no habrá cierre de filas. Le exigirán un paso atrás e incluso se presionará para que deje el escaño.

Según las fuentes consultadas, Bonig ya tenía claro el mismo martes en el que explotó la operación Taula, que el sucesor de Barberá en el grupo municipal, Alfonso Novo, debe ser «sacrificado». Es cuestión de horas, aseguran en el partido, que salga de la Portavocía ya que resulta evidente que, tras lo ocurrido, no puede ser el referente de la oposición. «En Valencia ciudad, había que empezar de cero. Quizás ahora es el momento», reflexionaba ayer un destacado dirigente.

La misma reflexión, incluso con menos reparos, cabe predicar respecto de Gerardo Camps. Fuentes de la dirección provincial de Alicante que preside José Císcar recordaron que el exvicepresidente del Consell, que iba de número 4 en la lista al Congreso, firmó, como el resto de candidatos, un documento en el que se comprometía a dimitir y dejar el escaño si era imputado por un caso de corrupción. «Si esto ocurre, se saldrá públicamente a pedirle el escaño», indicó un cargo del partido.

Ahora bien, el PP regional es consciente de que sólo puede adoptar estas medidas drásticas si las sospechas se confirman. Mientras tanto, admiten, están atados de pies y manos. Sólo les queda esperar a que la tormenta amaine y cruzar los dedos para que no salpique a más dirigentes. Eso y una campaña activa ante los medios en la que al menos quede constancia de que los nuevos dirigentes «dan la cara» y están decididos a pasar página del capítulo de la corrupción. Génova, además, según las fuentes consultadas ha dejado claro a la regional que han de lidiar con el toro de este nuevo escándalo que dificulta las negociaciones para la investidura de Rajoy.

Bonig, que el martes no compareció en la rueda de prensa del PPCV, estuvo ayer atendiendo a varios medios de comunicación de ámbito nacional. La decisión de no comparecer el primer día ha generado algunas críticas internas y, sobre todo, ha dado armas al tripartito. Mónica Oltra la acusó ayer de no dar la cara. Hoy ha convocado una rueda de prensa.