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Podemos reclama ahora en Madrid los sillones a los que renunció en la Comunidad

El intento de acercamiento al PSOE abriría la puerta a que la formación se integre en el Consell

Podemos reclama ahora en Madrid los sillones a los que renunció en la Comunidad JAVIER CEBOLLADA / EFE

La negativa de Mariano Rajoy a presentarse -por ahora- a la investidura acerca un hipotético pacto PSOE-Podemos para formar Gobierno. El órdago que lanzó Pablo Iglesias este pasado viernes a Pedro Sánchez ha alimentado las tensiones internas en las filas socialistas y numerosos barones territoriales están maquinando para evitar esa hipotética entente. Fuentes del partido admiten que Sánchez no puede ni debe aceptar el «trágala» del líder de Podemos, aunque se muestran partidarios de negociar y pactar, siempre y cuando se cumplan a rajatabla los acuerdos que alcanzó el comité federal del PSOE en su reunión del pasado 28 de diciembre.

Uno de ellos, la obligación de que Podemos renuncie a celebrar un referéndum en Cataluña. Ese ha sido, hasta ahora, uno de los principales escollos que separaban a ambas formaciones. Ni PSOE ni Podemos parecen estar dispuestos a ceder un ápice al respecto.

El otro bache que surgió en el camino, pero que ya está superado, fue la formación de los grupos parlamentarios en el Congreso. La formación de Pablo Iglesias quería disponer de cuatro. Uno propio para su marca y uno por cada una de las coaliciones con las que concurrió a los comicios el pasado 20-D: una en la Comunidad Valenciana (con Compromís), otra en Cataluña (En Comú Podem) y otra en Galicia (En Marea). El PSOE se opuso de forma tajante y alegó que el Reglamento de la Cámara Baja lo impedía. Así era. A la formación morada no le quedó otra que ceder... y Compromís rompió con ella. Sus cuatro diputados declinaron integrarse en el grupo único de Podemos y engrosarán el mixto.

Las tensiones entre Sánchez e Iglesias fueron palpables. Pero el viernes, este último se descolgó con una propuesta clara y contundente: se postuló como vicepresidente y reclamó al dirigente socialista varias carteras ministeriales. Ese posible acuerdo, sin embargo, requerirá de más apoyos. Entre ellos, los de Izquierda Unida (IU), que ya están asegurados; y los del Partido Nacionalista Vasco (PNV).

Esas negociaciones recuerdan, aunque con salvedades, a las que se produjeron en la Comunidad Valenciana tras la cita con las urnas del pasado 24-M. La situación fue similar. El PP, hasta entonces en el gobierno, sufrió una sangría de votos que le impidió sellar un acuerdo con otras formaciones para mantener el poder. Fue el partido más votado, pero se quedó lejos de poder revalidar la Presidencia.

Entonces, como ahora, también surgieron diferencias que parecían abismales entre los dos líderes llamados a capitanear el cambio: Ximo Puig, por parte del PSPV; y Mónica Oltra, por Compromís. Ambos llegaron a estar varios días sin comunicarse y la entente estuvo en serio riesgo. Entonces emergió la figura de Podemos, según recordó ayer el secretario general del partido en la Comunidad, Antonio Montiel. «Fuimos capaces de desbloquear la situación», proclamó ayer en Alicante, durante la jornada para conformar la nueva gestora del partido en la ciudad.

PSOE, Compromís y Podemos sellaron l'Acord del Botànic y pactaron. Ahora bien, el partido morado no reclamó sillones. Justo al contrario que ahora. Simplemente dio los votos necesarios para que Puig fuera investido jefe del Consell y propició el cambio tras 20 años de gobiernos del PP. Ocho de sus parlamentarios votaron que sí (los necesarios), mientras que los otros cinco se abstuvieron.

¿Por qué Podemos desbloqueó aquella situación con tal celeridad y ahora fija unas condiciones que han puesto en pie de guerra a medio aparato socialista? Varios son los motivos. Uno de los principales, que el verdadero objetivo de Podemos eran las generales. Tras sorprender a propios y extraños con sus excelentes resultados en las elecciones europeas, la siguiente gran apuesta de Iglesias eran las generales. Pero en medio había fijados unos comicios municipales y autonómicos. La dirección nacional del partido dio orden de que las agrupaciones no concurrieran a las locales bajo el paraguas de Podemos, mientras que para las autonómicas -con más margen para que Madrid controlara las candidaturas- sí dio vía libre.

Pablo Iglesias y su núcleo duro querían evitar, de esta forma, cualquier mínimo escándalo de corrupción que pudiera surgir en los ayuntamientos y que dañara la marca de cara a las generales. Ahora, ocho meses después de las elecciones autonómicas, la situación ya es otra. Podemos ya reclama sillones en Madrid y en los próximos meses podría ser una realidad su entrada en el Ejecutivo de Ximo Puig. La propia vicepresidenta, Mónica Oltra, ha dejado abierta esa puerta. En los próximos meses se sentarán de nuevo el PSOE, Compromís y Podemos para actualizar l'Acord del Botànic (el qué) y en esa mesa previsiblemente se hablará también del quién. Es decir, de la posible entrada de Podemos en el Consell una vez pasadas las generales.

Eso sí, todo dependerá de si PSOE y Podemos se entienden ahora a nivel general. El tiempo lo dirá. Lo que es evidente es que la jugada tacticista de Podemos de reclamar la vicepresidencia y varios ministerios le dejan, hoy por hoy, en clara ventaja respecto a los socialistas. «Si sale bien (la propuesta) entraremos al Gobierno. Y si sale mal, hemos empezado a ganar las futuras elecciones». Eso sentenció ayer Montiel en Alicante pensando que no había periodistas en la sala. Abran juego.

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