Con los votos a favor del PP y de su socio, Ciudadanos, salió adelante ayer el Presupuesto de la Diputación para 2016, que prevé un gasto de 190 millones y unos ingresos de 207 millones en 2016. Las cuentas consolidadas (incluyendo los organismos autónomos) ascienden hasta los 234 millones de gasto frente a unos ingresos de 252 millones de euros. Así, la corporación contempla 18 millones de euros de superávit.

En su primera intervención, el portavoz del grupo popular, Carlos Castillo, calificó las cuentas para 2016 de «rigurosas», «equilibradas» y «consolidadas», a la vez que resaltó que la Diputación es una administración «saneada» y «con cero deudas con los bancos».

El capítulo de personal continúa siendo el que más gasto supone para el presupuesto, con más de 57 millones de euros, lo que asciende al 30% del total de las cuentas. Por su parte, las áreas sociales y el apoyo a los ayuntamientos suben hasta los 78 millones de euros y concentran el 45% del total. El popular Castillo explicó ayer que los presupuestos de la Diputación para 2016 destinarán una inversión por alicantino de 50,5 euros, mientras que criticó las cuentas del Consell por reducir a una media de 24,5 euros la inversión por habitante en la provincia.

Los grupos de la oposición cenduraron las prisas del equipo de gobierno liderado por César Sánchez a la hora de presentar el presupuesto y de someterlo a votación, acusando de «falta de respeto institucional» a los populares.

La curiosidad llegó con la votación, donde el PP cambió el apoyo del PSOE en el punto de los sueldos de los diputados por el respaldo de Ciudadanos que, pese a votar en contra del aumento de la financiación para los grupos, dio el visto bueno a las cuentas, donde se incluyen los polémicos gastos relativos a los privilegios. Los presupuestos se aprobaron con los votos a favor de PP y Ciudadanos -tras aceptarse todas sus enmiendas-, la abstención del PSOE y el rechazo de Compromís y EU.