El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, se ha quedado como único barón socialista que defiende a Podemos. El jefe del Consell se declara muy satisfecho del apoyo externo que el grupo que lidera Antonio Montiel presta a PSPV y a Compromís y de la garantía de estabilidad que proporciona al Gobierno. Pero en la defensa de Podemos tiene a su partido a la contra. Su referente orgánico, la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, tiene trazada prácticamente una línea roja con Podemos que no tiene intención de sobrepasar. Los podemistas evitaron facilitar su investidura al frente del Gobierno andaluz, que finalmente apuntaló Ciudadanos. Además, la defensa a ultranza que el partido de Pablo Iglesias hace de un referéndum de autodeterminación en Cataluña solivianta a la mayoría de barones territoriales, pero no parece molestar a Puig.

Mientras, los posibles pactos para la composición de la Mesa del Congreso y la investidura del presidente del Gobierno pueden tener repercusión en el Consell. De momento, Puig está a la espera. Considera que las posibilidades de acuerdo son muy pocas. El presidente rechaza de plano la «gran coalición» que ayer mismo propuso Albert Rivera para que su partido y el PSOE facilitaran, con la abstención, la investidura de Mariano Rajoy. Puig tampoco ve posible una alianza de PSOE con las fuerzas de izquierda porque obligaría a incorporar a grupos independentistas.

Estratégicamente, a los socialistas no les interesa que Compromís consiga un grupo parlamentario y el PSOE tampoco sería proclive a facilitarlo, incluso ha puesto trabas a los socialistas catalanes. Pero, el PSPV comparte demasiado con Compromís para permitirse una crisis por este asunto. Por otra parte, Puig cree que será la legislatura de la transformación y el cambio constitucional.