El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se ha comprometido con el jefe del Consell, Ximo Puig, a desbloquear en un plazo breve el envío de

cerca de 1.400 millones de euros del Fondo de Liquidez Autonómica -los préstamos del rescate- para poder afrontar los pagos pendientes del déficit de 2014 y poder cerrar el ejercicio, según explicó el propio Puig al término del encuentro.

Fue el único acuerdo concreto al que Rajoy, en tiempo de descuento a la espera de lo que ocurra en las elecciones del 20 de diciembre, se comprometió con el presidente de la Generalitat. Y era casi una cuestión obligada en tanto que ese dinero estaba bloqueado, como había denunciado la conselleria de Hacienda, desde el verano cuando el bipartito de izquierdas accedió al Consell. ¿El resto? Pura filosofía. Más allá de la anécdota de autorizar el proyecto del barco para la llegada de refugiados a la Comunidad, Rajoy ni puso fecha al cambio del modelo de financiación, ni tampoco se comprometió a un mecanismo de compensación mientras cambia el sistema, ni a mejorar las inversiones, ni mucho menos a compensar la deuda histórica. Todo eso quedará para después de las generales. El titular de la Generalitat, en todo casio, salió

moderadamente satisfecho. «Hemos puesto sobre la mesa los problemas de los valencianos y dejar a un lado nuestra invisibildiad», apuntó.

Junto a las cuestiones económicas que afectan a la Comunidad, marginada como dijo Puig en el reparto de los fondos del Estado, el otro gran tema que salió a la palestra fue el de la unidad de España, una cuestión clave en estos momentos en Madrid a raíz del desafío soberanista catalán. El presidente de la Generalitat se comprometió a trabajar desde el respeto a la ley para garantizar ese objetivo.

Aunque, eso sí, reclamó que se abran espacios de «diálogo» y «entendimiento» desde la «lealtad» de los valencianos a España para poder resolver el desafío soberanista catalán que, como reconoció Puig, «a los valencianos nos preocupa por la relación especial con Cataluña». Abrió la puerta a llegar, incluso, a acuerdos en las Cortes -al hilo de la polémica sobre la moción a favor de la unidad de España impulsada por el PP que no se llegó a debatir hace unos días- aunque sólo si la propuesta es para «sumar». No le encontrarán, vino a decir, «si se quiere usar todo este asunto para arañar un puñado de votos: es miserable».